Solo pensamientos, historias por escribir para que luego no las olvide. O solo para sacarlas de la cabeza...

domingo, 30 de agosto de 2009

Mis adentros

La anatomía es una ciencia gracias a la que hoy luchamos contra las gripas mortales y las epidemias globales. Conocer el cuerpo era tan importante como conocer el mundo. Así los niños cuando van creciendo investigan su cuerpo y cuando dejan de ser niños, experimentan con el haciendo y deshaciendo a su paso.

Nunca me he quebrado ni un dedo. (Y no es que uno diga nunca pa´que tome pa´que lleve). Así la primera radiografía fue por un lumbago que me alejó del deporte en el colegio. Luego para una beca a la que apliqué para el Japón y a la que por supuesto menos mal no pasé, me hice una radiografía de pulmones.

Los años pasan y no pasan en vano. Yo no soy vieja, pero siempre he tenido la teoría de que nuestras generaciones vivirán menos. Nos dará cáncer o infarto mas temprano. Así, comparada con mi mamá, yo tengo algunos de sus males, los de ella, porque los años no pasan en vano, los míos, porque la modernidad no deja cuerpo sano a su paso. Como ella, yo tomo pastillas para la tiroides. Como ella tengo estrías. Como ella tengo vacitos en las piernas reventados. Como ella unos gorditos que yo adoro pero que no se quitan con nada. Hasta ella tiene mejor nalga que yo (eso si es genética, yo soy como mi papá). Me duelen las piernas (múltiples causas), vivo con sueño y llevo en el cuello un miquito desde hace días. Tengo rinitis alergica, por tal la piel sufre de uno que otro trastorno, no puedo oler los gatos aunque me encantan, me dan sinusitis, gastritis, migrañas. Tengo casi los mismos achaques de mi mamá. Y ella me dobla la edad.

Por mi cuerpo ha pasado la coca cola en exceso, el sedentarismo informático, ex-fumadora y fumadora pasiva. La ciudad está el doble de contaminada, el hueco en la capa de ozono el 10 veces mas grande, las hormonas en las comidas, los insecticidas en las verduras, el exceso de colesterol. En fin, un montón de cosas no saludables, que si mi papá se murió a las 53 es posible que nosotros no duremos tanto.

Y puede que suene a hipocondríacos, pero el cuerpo y los días pasan factura siempre. Esta semana por otro mal que me aquejaba por los adentros femeninos, fui al medico para quejarme y que me diera la tranquilidad de alguna forma, que por allá adentro nada muy grave pasaba.

Me recomendó una ecografía.


Las ecografías son esas manchas negras con vizos blancos que muestran todo lo que puede haber dentro de la barriga, y lo que ahí adentro puede esconderse. Desde las mismas tripas, el estomago lleno o vacío, la vejiga (preferiblemente llena por favor), los ovarios, el útero y su cuello. Eso si, uno que es no estudiado en las artes anatómicas internas no ve sino manchas. Los que serán padres se sorprendian con una manchita blanca en un papel negro. Y si ahí no hay de esos seres vivos que pueden crecer en el adentro femenino, ahí si es cierto que no se ve nada. Se ve el DIU bien puesto, según el análisis que hace el doctor, también se ve ovario derecho e izquierdo, y a mi me parece que el uno es el otro y que el otro es el uno. Que utero normal, sin anormalidades.

Una cosa que odio con todo el alma y es lo único que odio de ser mujer, son los cólicos menstruales. Malditos cólicos que hacen sentir un malestar fiebroso, dolor de la cintura para abajo, escalofríos y sudor frío y unos tirones como si el mundo adentro se estuviera desgarrando (que es literalmente lo que pasa, solo que menos apocalíptico). Unos que me molestan un poco recientemente, y bueno, parece que no es nada mas grave a que el cuerpo se esta acostumbrando a otro objeto extraño (el DIU) Si, me cansé de las pastillas anticonceptivas y encontré otra solución.

Este es mi útero. Donde espero no hayan en el futuro enfermedades malignas sino un par de bebecitos en un futuro bien lejano, lejano, aclaro. Ese día veré la manchita blanca con forma de fríjol con pies y manos. Mientras tanto me conformo con verme con lo básico, con lo necesario. Y en manchitas grisecitas y crucecitas hechas por el aparato médico.

Está chueco, si. El cuerpo puede ser chueco a veces. :P

jueves, 27 de agosto de 2009

Armar un mueble

Desde que conozco a mis papás, o sea toda la vida, ellos han armado sus propios muebles. Me acuerdo de mi papá taladrando las paredes a las 11 de la noche cualquier día para reorganizar las repisas de la biblioteca. Luego mi mamá tomó clases de carpintería, luego con mi papá hicieron mueble tras mueble armándolos para la biblioteca, el estudio y el taller de carpintería. Homecenter era como el paraíso donde mi papá realizaba sus sueños de ser un señor armamuebles. Cuando el se murió, le escribí una carta diciéndole, entre otras cosas que le había faltado enseñarme bien como era el asunto del taladro. Nunca me dejaba terminar de hacer un hueco porque siempre quedaba chueco. Porque no tenía la fuerza, porque claro, el lo hacía mejor. Y ya sin el, no hubo mas remedio que cada vez que fuera necesario, tomar el taladro, medir la broca con el tornillo, con el chazo, medir la pared y hacer los huecos haciendo mucha fuerza. En la universidad hice muebles, ventanas, formaletas, montajes, desmontajes. Casi siempre alguien me ayudaba, pero por lo menos nunca me varaba. Luego en Punto Link, soy la niña del taladro, del nivel, el metro y el martillo. Y mi mamá por su parte aprendió mucho, en sus clases y de mi papá. Es una dura: ella sabe las técnicas, sabe que funciona, que no, cuanto material se necesita, cual es mejor, y dónde se compra más barato. Habrá que imaginarsela, haciendo lo que hizo hace poco, caminando por todo Cisneros de un lado a otro, buscando unos tubos, cual carpintera de cartera.

Pues, le pedí el regalo de un nuevo escritorio. Lo compramos en Makro, el mas barato y el mas sencillo, por tal el más funcional. Y lo armamos. Vealo, me verá en pijama de insectos y verá a mi mamá en todo su esplendor carpintérico. Y al final, mi nuevo espacio de trabajo.

viernes, 14 de agosto de 2009

De Jaime Garzón y otras cosas no logradas.

Me acuerdo que cuando Zoociedad salió, yo estaba muy chiqui. La verdad es que para mi Zoociedad fue descubrir como era que un noticiero se hacía y aplicar todos los trucos para las tareas del colegio. La verdad Jaime Garzón cuando yo tenía 9 años representaba el man que me mostraba el truco.

Este era un programa que veíamos en familia, por allá en esos años en los que no había televisor en las piezas y veíamos los mismos programas en los mismo 4 canales. Recuerdo que mi papá se reía a carcajadas y eso me gustaba. Si Garzón hacía reir a mi papá, Garzón era un buen hombre. Pero seguro yo no entendía nada. Y claro, uno crece y Garzón se volvió más que un humorista, una figura política nacional. En los noticieros, en QAP, en las secciones, en las noticias. En la paz, en la guerra. Hace 10 años yo tenía 15 años. Yo no me acuerdo que estaba haciendo cuando a Garzón lo mataron. Seguro me dio tanta impresión, como me dan las muertes violentas en este país en el que no se deja pelechar sino la maleza, en el que “uno se mata por bocón”.

Jaime Garzón y los otros tantos que buenos o malos, de mi lado o del otro extremo, importantes o no importantes, es el símbolo de la impunidad de este país. Es otra muestra con nombre sonante que aquí se pierde la vida cuando se dice la verdad, que aquí las fuerzas oscuras se llevan siempre mas puntos, que aquí, no es que los buenos no seamos mas, sino que los malos nos hacen dar tanto susto, que preferimos el silencio y el olvido.

Cuanta más sangre iremos a derramar, cuanta se ha derramado en vano, cuanta, cuanta. Balaceras en las esquinas, chicos que solo tienen la opción de sobrevivir, en esta selva de injusticia, de falta de oportunidades, pero sobre todo de la poca solidaridad de las personas buenas.

Aquí el dolor no nos gusta. Es esa mancha que opaca la vista, esa piedra que rompe llantas, que nos hace tomar otros caminos. Por eso preferimos olvidar para seguir la vida como si nada, porque al final, la vida sigue.

A Jaime Garzón hay que recordarlo como también a los olvidados sin nombre, a tu vecino, al mio, a tu primo, tu tío, tu amigo.

Levantar la bandera con la vida, 10 años después, no ha valido la pena.

Y es hoy, que las palabras de Garzón no causan risa, sino pena. Es hoy que entiendo, lo que a los 10 claro, no entendía.

jueves, 13 de agosto de 2009

Fila de carros


Construímos ciudades enteras para tener mas calidad de vida. En las ciudades podíamos construir comunidad. Hacer intercambios, crecer, desarrollar, tener una vida. Todo porque en esas ciudades donde íbamos a conseguir dinero íbamos a vivir mejor.

Llevan esperando unos minutos, muchos minutos para llegar a casa. Sentados esperando en sus carros con los vidrios cerrados, mientras yo camino bajo el sol de la tarde, un calor infernal, pero con los pies en la tierra, el ruido en los oídos. Todo lo que han hecho ellos para vivir mejor, y así pasar la tarde atascados en una fila de carros, cansados, agotados, inmóviles, somnolientos. Se están perdiendo del viento y el sol en la cara. Y yo estoy oliendo el smoke de sus carros. Mientras el sol cae sobre la loma, me asomo a ver donde esta el sol, un perro como el de la mascara corre tras su dueño, que no es la mascara sino un caregringo pelirrojo. Los niños del frente salieron del colegio. La monita pelicortica se para y se sienta, mientras todos gritan cosas que yo no escucho porque tengo mi música en los oídos, encienden un cigarro, la otra niña se peina frente al espejo, se echa polvo en la cara, la monita se arregla el pantalón, se arregla las tetas pequeñas, uno de los niños le da un beso de esos adolescentes (Tipo Kids) con tantas ganas a otra niña con uniforme.

El perro del caregringo conoce otro perro, el de una señora que seguro sale con Paco, así lo puse, todas las tardes por el parque. Paco, y el perro del caregringo salen juntos corriendo por el parque, entre los árboles, escarban, Paco huele al caregringo, digo a su perro, lo huele por todas partes, y no se si el perro del caregringo de pronto es una perra.

La monita pelicortica es muy bonita. Si yo hubiera sido rebelde de niña hubiera sido monita pelicortica. Hubiera sido muy guapa. Paco y el perro del caregringo espantan pájaros. El sol ya no llega hasta donde estoy, esta muy abajo y muchos arboles tapan su luz. Siempre que el sol amarillo de la tarde deja de caerme en la cara, siento cierta desazón, hay un gritito adentro, que dice ¡Hay! Un miedo terrible a la oscuridad de la noche, un instante que se pasa, con ver el reloj, pensar en lo que sigue.

Paco se va con su dueña, el caregringo se va con su perro y su amigo y su mochila aruhaca, con la coca del agua pal perro. Yo me paro de la silla, con la música en mis oídos, mientras los chicos, se van yendo a buscar aventuras adolescentes, de pronto una orgía, una borrachera, o solo sus casas. La monita le da un beso a la otra niña de uniforme. La abrazó y salen caminando.

Y yo, que no tuve amigas lesbianas, ni colegio mixto, digo: ¡¡¡¡Estos muchachos!!!!. - (Con una sonrisa de satisfacción en mi cara)

Y sobre la calle, la misma fila de carros, con los mismas caras cansadas.

miércoles, 12 de agosto de 2009

El teléfono

Definitivamente a mi me cautiva conocer el mundo y su funcionamiento.

Mi papá decía que uno se tenía que dedicar en la vida a una sola cosa. Y era lo que uno sabía. El se dedicó toda la vida a vender teléfonos, de una forma simple y sencilla de decirlo, y mas especializada, el vendía telecomunicaciones.

De niña ir a la oficina de mi papá era como ir a un museo de la ciencia. Había muchos aparatos, teléfonos con botones grandes y computadores y máquinas de escribir. Poco recuerdo de esos años, recuerdo muchos aparatos color crema, color años ochenta, de ese acrílico crema con el que se fabricaban los cascos de los aparatos electrónicos.

GTE en letras cuadradas en la entrada de la oficina.

Yo recuerdo un día que en mi casa un día cambiaron el número del teléfono cuando yo estaba donde una amiguita pasando la tarde. Cuando llamé a que me recogieran el teléfono lo habían cambiado. Para mi era muy raro lo que para la señora de la casa donde estaba era obvio: pues lo cambiaron. Yo no se como se cambiaba un numero de teléfono, para mi significaba abandono. (como no saber a donde dirigirme)

A pesar de que los teléfonos en mi casa, y como en muchas otras, era una cosa cotidiana, hoy recordé que nunca le pregunté a mi papá como funcionaba la red de teléfonos. (Y eso que ese era su trabajo)

Hoy por trabajo, por Linea Tierra, le pregunté a un señor de UNE como funciona la red de teléfonos. Como es que las voces y los timbres llegan hasta mi casa, y yo puedo hablar con todo el mundo.

Y recordé a mi papá.

El en su oficina tenia un aparato de clavijas. Claro, ya no se usaba, lo tenía guardado para un museo propio. Luego mi papá empezó a coleccionar teléfonos. De todos los colores, sabores, viejos, vintage. Y ahí los tuvo y todavía están por ahí.

Hoy entendí porque por unos cables de cobre (los mismos que tuvimos en mi casa muchas veces para amarrar cositas) se transmiten voces, impulsos, energía. Que a punta de clables y tornillos y bueno, gracias a la tecnología y a los computadores hay 60 centrales telefónicas en Medellin que permiten que estemos intercomunicados. 60 centrales que conectan miles de cables de cobre, cientos, millones, para volver a marcar a punto de tonos el numero deseado.

Pensaba hoy que esas redes en unos años solo serán redes de internet. Que los chicos de hoy cuando sean grandes no sabrán que fue eso del teléfono alambrico, de tener la linea mala, de los cables de cobre, que nunca verán porque están bien enterrados.

Y ahora que recuerdo y escribo, ya se porque nunca le pregunté a mi papá como funcionaba la red. Yo leía y eso era suficiente. A veces lo descrestaba con un dato de esos de niña nerd, prima dona, sabelotodo comelibros. Yo me lei la biografia de los inventores, Graham bell y Edison, la estudiaba para poder entender como era que en esa época hasta faxes se podían enviar.

Y era una pregunta tan sencilla. Y una respuesta tan sencilla y tan bonita.

Hoy recordé a mi papá y su fascinación por las telecomunicaciones, por la tecnología. Hoy pensé que mi papá estaría muy feliz con mi trabajo, y sonreiría cada vez que yo le contara un descubrimiento como el de hoy.

Todos las redes son conexiones entre nodos.

Y hoy a pesar de estar frente a un PC todo el día, estar conectada, andar con dos celulares, yo amo los teléfonos fijos. Me gusta sentarme, tomar la clásica bocina, hundir los números, y acostarme en la cama jugando con el cable, mientras hablo con mi amor, una vieja amiga, o rayando en un papelito cuando estoy haciendo averiguaciones.

Amo los teléfonos. Son un invento muy bonito.

lunes, 3 de agosto de 2009

Qué hacer si...

Pasó el 20 de julio iniciándose la próxima celebración del bicentenario de la independencia de Colombia. En Twitter las discusiones sobre ser patriota y estar muy feliz o no fueron variadas. Luego que se cae el referendo, que si, que no. Que hay reelección, que si, que no. Que la crisis con Venezuela, que las bases militares, que la cortina de humo del video del Monojojoy y el presidente vecino Correa. Y aquí en Medellin la muy alegre Feria de flores, con el verano que hace y los paisas más felices y más borrachos que siempre.

Sin embargo el dilema está todo el tiempo. El dilema es este país en el que nacimos y en el que tantas cosas horribles han pasado, siguen pasando, y yo no quisiera perder la fe, pero seguirán pasando. La seguridad en Medellín va de mal en peor. Y así se repite por todo el país. Cómo estarán las cosas de mal que hasta a la Ruta Libertadora que partió el 20 de julio realizando el recorrido de los libertadores de hace 199 años, fue atacada y un carabinero murió siendo héroe de la patria. Yo me pregunto cuantos héroes hay olvidados, como este, y otros miles y cientos de miles en este país que repetimos la historia de esta patria boba.

Así, ayer cuando iba a salir de mi casa, sentí unos disparos y unas sirenas. Me asome a la ventana como buena chismosa y no alcancé a ver nada. Pero cuando iba caminando por toda la avenida Nutibara me encontré tres patrullas de policía, y un señor con una camiseta ensangrentada agarrado de la mano de un niño. Resulta que hacia 30 minutos o mas este niño habia salido de su casa con su papá a comer. En el lugar de comidas rápidas, mientras ambos comían, un par de sicarios en moto se bajaron, pasaron por su lado y le dispararon con una revolver con silenciador. El niño vió todo. Ahí el papá, cayó muerto al instante, descerebrado como dijeron testigos, porque aunque el señor de la camisa ensangrentada quiso ayudar, ya nada se podía hacer. El niño que vivía en el barrio, llevó al señor hasta su casa, donde su madre fue avisada de lo ocurrido. Y ahí imagínense la historia que hemos visto tantas veces, en noticias, películas, documentales, crónicas, pero sobre todo en las familias propias y de los amigos.

Lo único que pude pensar todo el tiempo es que esta historia se lleva repitiendo demasiados años ya. Y que yo y todos ustedes somos incapaces, impotentes... No podemos hacer nada.

Una discusión con mi mamá hoy me lleva al mismo asunto: Que hacer cuando vemos que esta país se sigue desangrando, que los hijos crecen sin oportunidades, cuando vuelven a morir generaciones a los 20 años, porque todavía entre las posibilidades, de la mayoria, está coger armas, estar en combos, salir de la pobreza como sea.

Y aquí escribiendo pienso en todos los ejemplos de vida, de berraquera que conozco de chicos y chicas que me demuestran lo contrario. Ah! Pero esta el otro lado de la realidad, el que hace que las señoras se encierren con llave en los barrios, peleen con sus hijos por llegar tarde, y les echen la bendición como protección ante las armas y las balas.

Cada que escucho esas historias, que las veo, que me las cuentan amigos, familiares, vecinos. Y eso que son las cercanas, porque si aquí llueve, en el resto de estas ciudades, estos campos colombianos no escampa. Me pregunto como quiere uno tener hijos en estas tierras en las que tienen que crecer encerrados, porque afuera, estas montañas bonitas y cielos azules andan ríos de sangre repetidos y olvidados. Me pregunto que puedo hacer. Mi mamá me lo pregunta, con miedo también que mis andadas por la ciudad, mis viajes y paseos cotidianos, mis días construidos con conciencia, mis trabajos, mis escritos terminen como a tantos otros en esta pais que sin justificaciones, una bala en sus cuerpos, acabe con sus vidas, acabe de pronto sin saber porque, con mi vida. Yo no seré mártir, ni victima. Yo solo quiero construirme una vida, en la que yo y los hijos que algún día tenga puedan ir a la tienda sin miedo a las balas, sintiendo el calor del asfalto, la caída en el anden jugando. Yo quiero que las próximas generaciones no crezcan en el encierro del miedo, en el silencio del olvido, en la falta de memoria de estas tierras colombianas. Y yo, y usted, ¿qué podemos hacer?