Solo pensamientos, historias por escribir para que luego no las olvide. O solo para sacarlas de la cabeza...

lunes, 28 de septiembre de 2009

Día de regreso

De que en Aruba todos son muecos, y que no hay dentistas, hasta la pareja de recien casados con los que compartimos vuelo, esa sonrisa de enamorados, esos ojos brillantes, esas discusiones inútiles solucionadas con besitos. Desde mi libro suicida, (Andrés Caicedo con “El cuento de mi vida) hasta lo paraísos rotos y explicaciones breves de como veo el mundo, un silencio de -no te entiendo- y un “En fin” de parte mia porque no se que mas decir. ¿Para que viajar? Imaginé un mundo en el que con estas paranoias de migrantes y extranjeros no pudieramos ni tuvieramos que viajar. Quedarse en un solo lugar. Viajar no sería un objeto de consumo mas, no habría necesidad de moverse. No habría lugares deseo, no habría masas de turistas idiotas por el mundo entero, Venecia no estaría amenzada con su muerte, Machu Pichu existiría por siempre, la estatua de la libertd no tendría el mirador en la llama. Pero me gusta viajar, hacer parte de los idiotas tomando fotos de las mismas cosas y tomar fotos iguales a las mias en internet solo que los personajes cambian, no soy yo con pinta de turista, sino otro turista mas guapo, o mas bajo, o mas gordo o mas feliz, o menos feliz. Postales repetidas de lugares, lugares repetidos, lugares que no recordamos por tomar una foto, y años despues, Aruba es lo mismo que Cuba, el café es el mismo en la Patagonia que en la Conchinchina, y esa foto, con el mismo horizonte de siempre, se pierde en su espacio y tiempo, y no sabemos cuando ocurrió ni en que lugar. Recolectar recuerdos como recolectar cosas, coleccionar como si asi la vida se hiciera mas larga o mas buena. Pero que sería de la vida sin ningún recuerdo, solo un pasar de minutos un viaje tremendo sin piso ni cielo, ni ninguna cuerda que unan lo uno con lo otro. Y siempre me imagino cuando voy detras del volante que el mundo, el mio, enloquece y un accidente ocurre. Mi mamá diría “cancelado, cancelado” pero no puedo evitar imaginar, por ejemplo, cuando paso una calle que me caigo y muero estripada por unas llantas gigantes, o que no veo un semáforo y se siente el cuerpo pesado chocar contra el parabrisas y todo es un desorden apocalíptico de un accidente estúpido, por sólo un descuido, como sucede o puede suceder. Y si no vamos a envejecer, ni a jubilarnos, ni a morir tranquilos mirando la tarde caer, si la vida se va a pasar asi sin recompensa porque ni el cielo esta garantizado, toca vivir con ganas o con desganas los días. Pero con muchas o ninguna. Me pregunto si mostrar la debilidad es una de las mayores debilidades que quiero mostrar pero que no me atrevo. Debería estar haciendo la tarea de alemán, debería pero los libros no están a la mano, las ganas de pensar en otro idioma, de concentrarme mas alla de mis pensamientos sin cadena, sin secuencia. Pienso que he aprendido mucho. Mucho en estos dias en los que ya quiero que la vida se desenvuelva sola, porque asi siempre pasa, por mas que queremos darle la vuelta, son vueltas de desenvuelta. Un zancudo zumba, sigo pensando en la tarea de aleman. Por cierto, hoy era dia de elecciones. No se que es mejor o peor cuando aquí no votamos por pereza y desinformación y votamos por descarte.

No he leído nada de Andrés Caicedo. Pensé que “El cuento de mi vida” lo había perdido entre el viaje, pero sigue con la humedad del mar y la arena de la playa sobre mi mesa de noche. Podría ahora pensar con su voz y querer morir y vivir como el, quisiera ya comerme sus libros enteros. Por lo pronto veo la caratula en mi mesa de noche, pienso en el sentido de mi mundo y es aquí cuando le pongo punto a este escrito. Suficientes divagaciones para un dia de regreso.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Otros días, Aruba

Estar en el paraíso es darse cuenta que este no existe tal cual lo venden en las vallas al lado del camino. Una bicicleta señoritera verde lagartija arubana me lleva por las calles, entre los carros, bajo los 35 grados de un sol intenso que me deja la piel como camaron cruzado con cebra. La señoritera me lleva en la primera parada hasta un hotel abandonado, el hotel seguro, el primero en vender el paraíso, el primero en ofrecer “Su casa en Aruba”, y quien sabe como fue su final, quien sabe por donde se dañó el espejismo de un oasis contruído al lado de la ciudad. La señoritera me lleva luego caminos adentro de la isla, donde la gente al verme pasar, me saluda, me pita, se observa quien sabe si por romper las normas del turista promedio o solo preocupados de una señorita sola en una señoritera al borde de la deshidratación en medio de la isla. Las ganas, me duraron hasta verme sin rumbo y con mucho calor en medio de la nada, cuando decidí devolverme a buscar la paradisiaca isla con el viento en la cara mientras dormía una siesta. No hay infierno suficiente ni paraiso innecesario. Por el camino me tome un jugo de mango, batido con leche y mucho hielo, pasee por las casas, me asome por las puertas y vi a la gente de esta isla. La otra isla que el turista no conoce, porque al norte, en la zona de los “High Rise Hotels” es como un Miami chiquito, los turistas no necesitan nada de la ciudad ni del resto de la isla. No es su culpa, nada como estar en casa pero sin los problemas de siempre.

Tomamos un Jeep en alquiler y el destino era el otro extremo de la isla: Un parque nacional y natural, Arikok. Con el acelerador hundido y mientras la isla votaba intensa y alegremente por otro presidente, vimos cavernas, nidos de tortugas, cangrejos hermitaños, pájaros, lagartijas de todos los verdes, formaciones rocosas, mares furiosos, mares calmados, arubanos descansando y disfrutando de una tarde libre por elecciones. Un bonito día en familia, sonriendo, disfrutanto a mi manera y a las maneras de un camino que siempre es incierto a pesar de los mapas y los planes, siempre se en el camino hay un giro indebido, una sorpresa, una piedra, un nuevo horizonte. Nuevos horizontes pero sobre todo nuevos ojos para mirarlos.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Porque no gusto del paraíso - Aruba dia 4



Este no es un texto para sufridos ni víctimas. Sino que estando en el paraíso, en el que los hombres han construído y no el que el “dios” de la biblia prometió, digo no gusto del paraíso.

Y no porque este paraiso no me guste. Solo que no quisiera quedarme viviendo en esta versión.

Es que mientras las olas se mueven, el sol se esconde, y yo no tengo nada que hacer, nada en que pensar, y digo: ¡Qué bueno! Y miro a mi alrededor y veo que todos dirán lo mismo, para eso llegaron desde lejos unos, mas cerca otros, para poder decir “que bueno, esto si es vida”.

Yo creo que estar aquí hace que uno olvide cualquier otra cosa. Que la gente se muere de hambre, que los politicos son unos ladrones, que uno es ciudadano, que uno tiene derechos, que tiene obligaciones. Si uno se quedara aquí, no pagaría ni impuestos, ni trabajaría para ninguna compañía, podría quedarse no en un hotel, sino hasta en medio del desierto, viviendo quien sabe, de dar toures al turista en su propio paraiso construido. Sería una anarquía.(Pero eso no pasaría aquí, y leyendo por segunda vez creo que sería fantástico poderlo hacer...) Asi. Pero no. Aquí llegan turistas todos los años, que como yo, han pagado su vacaciones con trabajo (bueno o parecidos) y hay otros que con su trabajo los atienden en sus vacaciones. Turistas que podrían venir cada año y pasarlo de la misma manera. Que los hacen sentir como en casa. Que sea su casa con palmeras rebeldes al viento, viento cómodamente cálido, mar terriblemente bello. Gastarse una fortuna, para volver al infierno con tal de volver al paraíso un año despues.

Sobre todo este paraíso nos llena la vida de resignación, todo un año de infiernos, toda una vida, solo por tener 8 días de paraísos. Yo no gusto del paraíso porque el paraíso siempre sera el engaño de un mundo perfecto, inmutable, controlado por alguien que no quiere que uno note los cambios para que uno no ponga mas pereque ni se queje demasiado ni se alegre demasiado.

Porque el paraíso es una promesa nunca lograda.

Sobre todo el paraíso es una promesa comercial de una piña colada en coco en la mano, el mar al frente garantizando cero incomodidades como el calor, o el exceso de belleza.

Por eso seguro me gustarán los lugares donde nada de las lógicas de los paraísos funcionan. Y sin embargo tienen mas encanto que cualquier paraíso prometido y ya vivido. Y no es que no quiera mundos bonitos. Si, si los quiero. Quiero esos mundos donde la gente me sonría, y yo pueda sonreírles. Quiero esos mundos donde la gente es orgullosa y me cuenta sus historias. Me gustan los paraisos que no tratan de convencerme que lo son y me cuentan sus secretos vergonzosos y sorprendentes.

Hoy en el paraíso encontre un paraíso bien guardado. Cuando vengan a Aruba vayan al sur, A San Nicolas hasta Baby beach. Donde uno cree todavía hay niños empeloticas caminando por la playa, sonrientes, donde uno cree que en las casas hay ventiladores y mecedoras y señoras sentadas con abanico en mano. (Por alla vuelvo y les cuento mas detalles).

Probablemente soy una condenada al realismo mágico, probablemente siempre que viajo irremediablemente comparo de donde vengo y donde estoy. Y las preguntas que me sugieren siempre son diferentes.Esta vez digo que no gusto del paraíso, porque el paraíso es una condena a la resignación.

Prefiero el purgatorio donde la lucha es constante y supongo siempre se esta un cachito antes del cielo y del infierno.

(Estas son las cosas que pienso al frente del mar, con el horizonte inmutable y las olas como maracas)

martes, 22 de septiembre de 2009

Aruba dia 3


La noche paso con un dolor muy fuerte en mi cabeza a causa de los cocteles extradulces y unos sueños con aviones y cohetes y masacres. Pero me desperté porque era el dia de la excursión por la isla.

Es importante salir de lo ficticio que hacen estos hoteles al lado de la playa: un carro, un mapa. Carretera adentro de la isla. Casas de colores, tiendas y locales con las puertas cerradas portegiendose del calor humedo del ambiente, todo como tirado, detenido, como si uno en un Yaris azul fuera el unico andando en estas tierras de nadie y de cualquiera.

El objetivo, un puente natural al otro lado de la isla. Caminos destapados, calles sin nombre, un mapa sin nomenclaturas, solo indicaciones y sentido de orientación. Llegar al otro lado de la isla es llegar a su lado natural, salvaje, rudo. El algodon de su arene son rocas volcanicas, olas fuertes y picadas. Un ventarrón que no deja tranquilo ni los vestidos ni los cabellos y podría uno salir elevado o caer por el barranco si el viento fuera en contra. Luego unas ruinas, mas viento, mas pelo alborotado, luego de vuelta por la carretera buscando algo de civilización para encontrar algo de comer.

Así llega uno a la ciudad que es Oranjestad, que es como de mentiras, como un reino de pastizaje con diamantes y esmeraldas, y gringos o turistas que como uno, entran y salen de las tiendas de baratijas, usualmente sin nada. O con algún Souvenir de que dice como en Cartagena, "Un amigo que me quiere estuvo en Aruba y me trajo esto" En una camiseta, mochila, etc. Buscar lo local en esta isla es algo difícil. Los locales son escasos, tímidos. El turismo de una isla bien ubicada, cercana a Latinoamercia y deseada por los gringos hacen que el mundo se sienta en casa, pero Aruba esté en otra parte.

Luego buscar un faro, al norte, mas viento, un raspado de mora, que me echo encima porque tomar fotos, hacer video y comer granizado cuando hay un ventarron y tu cara es una bola de pelo, no combina.

La seño del raspado es de Republica Dominicana. Dice que en Aruba el costo de la vida se ha subido mucho. Que el viernes hay elecciones (Lo que explica las banderas y propaganda por toda la isla) y que los arubianos casi no trabajan con el turismo. Lo que me hace preguntar, que harán los arubianos.

Un bonito dia.

Streaming con Colombia. Tener Wifi en Aruba es como estar en la casa de uno, al lado de todos los que uno quiere.

(En el mercado venden Colombiana postobon, chocolisto, galletas saltin noel, galletas festival, leche alpina. Aruba queda lejos de colombia, pero aqui, Colombia es un vecino mas)

lunes, 21 de septiembre de 2009

Aruba, dia 2


La mañana inicia tras una larga noche al sonido del aire acondicionado. Yo no se a quien se le ocurre pensar que los aires acondicionados son cómodos y frescos para dormir. Pues no, sin embargo la noche pasa entre sueños y mas sueños. Al levantarse no queda mas remedio que arreglarse, es decir, bañarse y ponerse el vestido de baño, echarse mucho bloqueador y salir a la playa. Explorar el territorio explorado de anoche pero con la luz del sol.

Salimos mi hermano y yo con toalla de rayas en las manos, hacia las chozitas de la playa. Escogimos no la mejor pero si la que quedaba y esperamos. No saqué el libro, nada. Solo el sol que caia y yo que cerraba los ojos pensando donde diablos tendría yo unas gafas de sol. El sonido del mar como una maraca que no se calla y el sol entre las nubes, ni muy intenso ni muy débil. A mi alrededor otras chozitas con gringos gordos y viejos. Mi mamá llega mas tarde, y, ¿Que hace uno cuando no tiene nada para hacer obligatoriamente mas que estar ahi? Pues estar ahi. Estoy aquí. Bajo el sol, el vientecito. Sobre todo la mañana y la tarde se pasó al sabor de tequila, cerveza, mimosa (champagne con jugo de naranja) y piña colada bien sabrosa. Es decir, he pasado un dia flotando en el enchonche del licor, del sol y del descanso.

El mar es fresquito pero al rato uno se aclimata con el calor. La arena delgadita. El mar clarito. Es que esto aquí es puro “relax”.

No crean que escribo esto con alcohol en mis venas. No. Ya solo queda el dolor de cabeza por el sol y los tragos, tragos que con o sin exceso no me tomaba hace dias ya.

Hablar de politica, hablar de nada, ver a Juanes, escuchar a los colombianos del bar, colombianos que hace años no viven en Colombia pero que tienen otra vision de país, de sus politicas y sus gobernantes. Nuestro vecino de choza un veneco, con un par de niños preciosos, hablando maravillas de Uribe (sin reeleccion) y pestes de Chavez. No se. La vista puede distorsionarse y en efecto pasa cuando estas en este mundo de mentiritas.

El resto? Si, hay que conocer Aruba. Mañana tenemos esa misión.

Pensar en lo cubanos. Pense que ni a ese millon ahi en la plaza les iba a cambiar la vida. Las cosas seguirán iguales. De pronto en sus corazones rebeldes a la revolución haya un pequeño triunfo. De pronto Juanes no vuelva a hacer conciertos politicos, quien sabe. Siempre me pregunto si los esfuerzos que hacen unos y otros y a veces uno, valen la pena. A veces me rindo y pienso que el mundo no cambiará ni se correrá un grado de su eje. Pero por dentro, en mi corazón rebelde espero. Espero. Dicen que ni la esperanza ni el miedo pueden regir nuestras vidas. Yo espero pero sigo mis caminos.

Caminar por la playa. Cae la tarde. La batería de la cámara se acaba. Mi c+amara esta en el hotel. Hoy fue dia de no hacer mas que vivir, recibir el sol, hablar, estar flotando. Hoy ya me voy a dormir.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Aruba, dia 1.


Se sentía dentro del avión que es esa lata de sardinas donde los hombres volamos, como se retraia frenando el impulso, porque ahi al frente estaba la isla, Aruba. Una de las antillas holandesas. Yo de Aruba no se nada. Mas bien poco. Hoy llegamos a un aeropuerto que recibe a los turistas como si estuvieran en casa. En ingles o en español. Por lo cual no tuve que hacer mas esfuerzo que sonreirle al tipo de inmigracion que me miró como bicho raro, como seguro mira a todos los turistas, es decir a casi todo el mundo. Porque Aruba tiene mas poblacion inmigrante que local. Luego conseguir un taxi no fue difícil, pero si lo fue que el taxista nos hablara mas de una palabra. El taxista blanco y seguro ojiclaro si hubiera podido verle los ojos, hablaba para si mismo cuando le preguntamos sobre Aruba. Es decir no dijo nada nuevo que el no supiera y que le interesara repetir. Nos trajo hasta “Casa del mar”. Nuestro “Resort”. Aquí vamos una hora mas adelante. Aquí, en la recepción tampoco nos dijeron nada mas que “bonvini”. Aquí esta su habitación, el botones los acompaña hasta su habitacion en primer piso del bloque de allá, o sea del que está lejos de la piscina chevere y de las olas del mar. A mi no me importa, la verdad. Pregunto por el internet. 35 dólares la semana. Hay que verificar que la computadora si pueda registrarse a lo cual no entiendo y dejo la misión para mañana domingo. Mi afán al llegar es conseguir información de donde estoy. La confusión idiomática y sentirme muy ajena al lugar me dan cierta incomidad. Miro las revistas que ofrecen todos los toures a los que no me interesaría ir con un combo gigante de gringos idiotas. Pero yo creo que aunque no soy de ese pais, y crea que soy diferente, me sumo a los turistas idiotas a los que se les ofrece un micromundo global, como sentirse en casa, no importa de donde vengas, al estilo caribeño. O sea, está el ristorante italiano, la pizzeria de Bob con el gringo pelilargo y camisa hawaiana, cantando merengue y salsa al ritmo de una pista sosa y metalizada, el Dunkin onuts sin el cual nadie sobrevive y el restaurante del hotel donde por fortuna encuentro 3 colombianos que me hacen sentir otra vez, como en casa. Todo al lado de la playa con una arena de algodón y del sonar del mar que nadie calla.

Vamos a comer. Sanduche de Subway. Nada menos local. Nada menos local que estos hoteles que ya en la noche solo veo como grandes masas oscuras entre las luces de sus letreros que algun dia parecerán como Las Vegas, Nevada. Me pregunto que hay de local en una isla llena de gente de otros lados. Supongo que lo local es lo no local. Me rio. Me parece fantástico este mundo de mentiras, este mundo construído en colores pasteles, edificios con aires acondicionados. Es falso y lo se. Es falso cuando uno podría estar ahi en la playa, como en Colombia. Pero ah! No estamos en Colombia sino en Aruba. Así, entonces si la vida aquí es asi, como se ve a primera vista en este complejo hotelero tipo Rodadero (en el que nunca he estado pero supongo es un equivalente) pues la gozaremos tal cual. Al otro lado de la isla dicen los mapas despues de promocionar las joyerias y las tiendas de esmeraldas colombianas y las tiendas de grandes diseñadores, como Mario Hernandez, (Ja!), está el Parque Nacional Arirok donde hay piscinas naturales, cuevas, formaciones rocosas. Lei por ahi tambien unnas bicicletas para alquilar a 25 dolares. Seguro uno de estos dias alquilo una. También un submarino para ver el fondo del mar. Y nada que me guste mas que el fondo del mar. Y se que el submarino es una de esas cosas con turistas estupidos que me gustaria hacer y no perderme. Es como estar en los viajes de 20.000 leguas de viajes submarinos.


Pues si. Aruba o este pedacito al que llegué hoy es una construcción falsa de lo que es el mundo. De la idea de vacaciones caribeñas para gringos (leanse turistas) estúpidos. Y si. Hoy me uno a esa masa irreconocible de extranjeros. Esperemos que mañana, pueda escribir este post online.

Aruba, aquí vamos!

(Una cosa muy bonita, los arboles estan peinados por el viento que no deja de soplar, calidamente, calidamente)

jueves, 17 de septiembre de 2009

Estas mañanas

Son las 7 y 22 am. Llueve como hace dias no llovía en esta ciudad. Soñaba con cuerpos muertos que tenían que ser recogidos cual premios por mi. Mas otra cantidad de cosas que ahora despierta y que escribo no recuerdo. Hace frio. Antes hacía calor, y ahora hace frío. ¿Porque las cosas no pueden ser cheveres? Leáse chévere, como un clima normal, término templado, ni muy caluroso, ni muy frio. Extremos puros extremos. Como en este país donde nada puede ser término medio. O usted es de derecha o de izquierda, Uribista u oposición, o bueno o malo, feo o bonito, víctima o victimario. A veces me lleno de pesismismo y pienso que este es un país de mierda, una ciudad de tres pesos y un mundo que ya no vale la pena. Todo se hizo mal hace muchos años y por mas que nos esforcemos no vamos a cambiar nada. Pero esos son los momentos pesismistas. Normalmente creo que como no puedo cambiar ningun mundo, puedo hacer cosas pequeñas en mi vida y disfrutarlas. No hay mas remedio que disfrutar el arrunche con el amor una tarde fria. Un chocolate entre dos. Una noche de música, como con Omara o anoche con Maite Hontelé. Una Holandesa que toca música colombiana, tropical, vive en Medellin, baila como latina y me pregunto que hace esa mujer por estas tierras calentanas donde matan en cada esquina. Porque no se habrá quedado en sus tierra de estaciones cotidianas, y se vino a hacer noches bonitas llenas de energía, de sabor y calor. Así funciona el mundo. Asi es. No hay más respuestas. También puedo hacer otras cosas, pequeñas revoluciones adentro de mi, en mi cabeza, en mi corazón, pequeñas rebeldias en mis calles cercanas y a veces en las lejanas. Mi hermana está en el chat. Llueve también al otro lado del mundo. Una cosa curiosa. Desde hace tantos años que se fue y cada vez que me dice que llueve o hace calor yo le respondo que aquí tambien. Como si nunca nos separara todo un oceáno y el clima pudiera ser parecido solo porque hablamos cercanamente por el teléfono o por el chat.

Son las 8 de la mañana. Sigue haciendo frio pero como el clima es algo circunstancial que toca aceptar, no hay mas remedio. Me saldré de estas cobijas, tomaré el baño, desayunaré algo caliente y mi día iniciará. Hoy tengo que hacer llamadas, hacer de cupido, grabación, mas llamadas, darle muchos besos a mi amor, sonreirle al mal tiempo.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Concierto con Omara

Pensé que lo que mas mal podia salir cuando inició el concierto fue que Omara no cantara bien.

Hace dos meses vi en el dominical la publicidad del concierto. Yo casi no voy a conciertos. Nunca hago la gestion de comprar las boletas porque no me acuerdo, me da pereza o simplemente no quiero inveritir el dinero en ese asunto. Pero cuando vi la publicidad de Omara Portuondo, no lo dudé, fui un domingo al centro comercial El Tesoro con la tarjeta Intelecto de mi mamá y compre dos boletas en la fila T, puestos 7 y 8 y 9 para ver en vivo a Omara Portuondo.

Pero Omara si cantó bien. Al inicio pensé que no se sabía las letras, que al Cantar “Gracias” s ele estaba olvidando, que el sonido no estaba bueno, que los musicos estaba descompasados, que ojala mejorará. Que Omara estaba viejita que había que entenderla.

Pero mas que entenderla, Omara Portuondo con todos sus años encima, sus canciones y su voz fuerte, no decepciona. A medida que iba cantando, y Juan David iba grabando y tomando fotos al escondido porque en el teatro no dejan por politicas entrar cámaras (y todo el mundo lo hizo a pesar de todo) a Omara se le iba endulzando la voz, la energía, el cuerpo.

Hizo que el teatro entero se parara y bailara, aplaudiera al ritmo de la musica. Cantó de su último album, a veces susurrando en un viaje a sus memorias, otras veces con ese vozarrón entonando la última palabra como si el aire nunca le faltara, como si fuera la primera y ultima vez que cantara.

Mientras cantaba además recordando Buena Vista Social club, mientras cantaba, dos gardenias, Nosotros, Besame mucho, boleros, música popular, la que uno se sabe porque los viejos los han cantado cuando están tristes o alegres, pensaba que los dias hay que vivirlos como los estoy viviendo hoy. He aprendido a disfrutar de lo que hago hoy. Miraba a mi lado, no podía tener mejor compañía, quería estar ahí a cada segundo, como lo hice, con mi amor, sin lugar a dudas. Que era estar como en Cuba, que aunque no estaba tan cerca de Omara, si estaba con quien yo quería estar.

La música hace un bonito efecto en mi. Me transporta dentro de mi. Dentro de mi cabeza, de mi corazón. Mientras sostenía la mano de mi amor, o mientras aplaudía y recordaba que hacía años que no lo hacía al ritmo de la música, de la música que entra al corazón, a la nostalgia.

Llevo pensando desde hace días que no me había dado cuenta que desde hace ya muchos meses estoy haciendo lo que quiero y que hay mucha fuerza en eso. Que vivo los días con ese presente de cada segundo. Que tengo mucha fuerza. Que ni los sueños, ni los planes del futuro, ni las nostalgias del pasado me sacan del hoy, de cada dia, de cada segundo, que hoy, no añoro mas que lo que hago hoy.

Voy por unos dias bonitos, Omara Portuondo me recordó un monton de cosas, me llevó por un viaje de lamentos cantados, de memorias y de sueños. La mano que agarré a cada segundo, me aterriza hoy a los días. Me lleva hasta el cielo y hasta el infierno, pero siempre es mi conexión a la tierra.

Cantar al amor, y a los amores cuando se está enamorado, tener en vivo la energía de la música, estar con el amor a un beso de distancia, a un roce, a una cámara que me mira y que sonrío. Estar enamorado y ser correspondido en un caminar de dias y segundos, no tiene precio.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Cómo funcionan las cosas

(Aclaro que hoy el feeling de la escritura esta bajito, sin embargo tenía unas ganas...)

Recuerdo horas enteras frente a estos libros. El mundo de los niños era el mundo de los grandes explicado a los niños. Hoy cuando Juan David me preguntó "Que es la electricidad" obvié wikipedia, youtube, y subí hasta donde esta la colección de "El mundo de los niños": La enciclopedia de lomos de colores, letra grandes, dibujos, preguntas y sobre todo, muchas respuestas. El tomo favorito era el de los "animales", y el de "Hazlo tu mismo", donde había instrucciones para hacer casas de muñecas, títeres, experimentos, juegos de sombras.

"El mundo de los niños" visto hoy, cuando de niña no tengo sino el alma y la mirada que bajo cuando me sonrojo, es el mundo como quiero explicarlo siempre, las preguntas que de niña a pesar de todo nunca comprendí, que de adolescente probablemente no escuché, y de grande no volví a preguntar. El tomo, de "Cómo funcionan las cosas" le da razón a todo. Ni la Wikipedia, ni Yahoo respuestas logran lo que "El mundo de los niños" lograron cuando tenía 8 años. Ni hoy, cuando volví a abrirlo.

Hoy que no pasamos páginas sino que hacemos scroll, y damos clicks de vínculo en vínculo, que para devolverse hay presionar "atrás"

Nada como volver a pasar las páginas. Oler el olor de libro viejo, cortarse los dedos con el papel filoso. Ir de página en página casi escuchando el pasar de una a otra, escalando preguntas, repasando respuestas, quedándose en los dibujitos de dos y tres colores, sorprendiendose de nuevo (la sorpresa con un libro, no es la misma experimentada en Internet, de eso estoy segura).


Con "El mundo de los niños" aprendí a leer. Aprendí a tener curiosidad por el mundo. Aprendí a investigar, aprendí del mundo, ese lejano y lleno de aventuras que creía sólo tenían los que escribían esos libros, o los niños dibujados en ellos con narices respingadas y figuritas ágiles que hacían de todo, desde volar, hasta hacer un electroimán. Yo puedo decir que estos libros crecieron conmigo. Que los guardamos en casa esperando algún dia las siguientes generaciones jueguen, lean, hagan tareas.

Yo se que Internet hace hoy de todo. Que probablemente reemplace muchas cosas. Sin embargo, a veces recuerdo los libros que están por alla arriba. A veces y otra vez, subo a fisgonear a ver que me encuentro. A veces, encuentro cosas que hubiera sido más facil verla en los libros que buscarla en Internet. Desde hace años, mucha de la información que buscamos ya esta escrita, ya está dicha, ya está contada. Será que nuestra falta de memoria colectiva, la necesidad de volver a escribirnos como quien retiñe un dibujo, los lujosos libros vs el lujoso internet que se hace mas masivo que cada libro impreso, hace que creamos a veces que en internet está todo. No solo a un click hay información. A veces, en la vuelta de la pagina.

Pero yo se que la página esta a veces, mas lejos que el click.

Pura nostalgia.

jueves, 3 de septiembre de 2009

La calle una jungla

Esta mañana me levanté con una sensación horrible. Había tenido un mal sueño, menos mal era un sueño. Pero estuve triste, triste. De todas maneras como siempre hay que hacer los días y llevarlos con sus locuras me levanté con todas las mejores intenciones. Al medio día después de un muy buen almuerzo fui a reclamar besitos y abrazos donde mi amor, aprovechando vueltas en el centro de esta ciudad que tenía que hacer. El día iba mejorando. Sonrisas, muchas sonrisas. La tristeza se iba yendo suavecito.

Luego al banco, entregar unos papeles, luego otra vez, sacar plata. Luego una llamada muy insistente, el amor preocupado: Que en una agencia de la cooperativa Confiar (donde yo estaba) había una situación de rehenes. Me reí a carcajadas por la preocupación, por la suerte de no estar ahí, averigüé con el vigilante la situación y me dio pesar que eso le estuviera pasando a Confiar que es un lugar que aprecio no solo profesionalmente sino filosoficamente. Dije, demonios, esta ciudad esta muy demente. Seguí mis rutas en el centro, di mas vueltas que siempre, de un lado a otro, compré unas cartulinas, me encarté hasta ir a comprar los casettes. Ahí abrí la mochila, el bolsillo de afuera para sacar la plata. Recibí los casettes, guarde de nuevo la plata, cerré un cierre, dos cierres, y sali corriendo porque esta calle estaba muy peligrosa, pensando que el afán me iba dejar llegar completa a casa. En una mano las cartulinas estorbando, en la otra la rapidez de mi caminar. En mi espalda mi mochila.

Lo que hago en el centro siempre es andar rápido. Y si me descuido, o me pongo a pensar, estoy pilas, me hago en un ladito, donde la espalada este protegida. No dejo la mochila descuidada. No recuerdo haber parado, ni en un semáforo. Recuerdo como siempre que camino en el centro que mi cabeza esta llena de pensamientos y que dije "que encarte estos cartones, como que no me dejan ver pa los lados".

Ojo, me he vuelto como intuitiva. Ultimamente digo: Pilas con tal. Se me olvida, y pasa. Así botamos la percha, así casi pierdo el celular, y así, hoy, que no estuve pilas, me robaron la camara Lumix, que escasamente un año tenía. Con la que he tomado muchas gigas de fotos y muchas de videos.

Al llegar al metro: voltear la mochila, ver el bolsillo, abrir el cierre. Solo que esta vez estaba abierto. Y lo supe como quien lo ha sabido siempre. ¡La cámara!. Llamé incluso a Juan por si de pronto no era sino un empelicule. Pero los hechos eran claros. Mochila abierta en la ciudad de Medellín es sinónimo de robo, raquetiada, ratiada. ¡Y no se toman la molestia de volver a cerrar!.

Pues si, ya lloré, ya patalié mentalmente, ya les conté a los mas cercanos. Ya pensé que esta ciudad es una mierda y yo soy una boba. Que es la primera vez que me pasa, que por qué me descuidé, que donde pasó, que casi nunca guardo la cámara ahí, que en los casettes me pillaron, que puto país que ser robado o asaltado tiene las mismas posiblidades que caerse o morir atropellado. Es el riesgo que corremos cada día al salir. Y andar por nuestra ciudad como si fuera nuestra casa.

Que no quiero estar empeliculada. Que como dijo Juan, muy distraída, y yo digo, si, como cualquiera. Que no pasó nada mas grave.

Y luego uno piensa. Ahí tirada con mi mochila abierta, sacando cada cosa a ver que faltaba y si de pronto la cámara estaba ahí como por arte de magia, en denunciarlo ahí en la Parque Berrio, donde hay una carpa de zona segura. Y pensé en la imagen que uno siempre tiene del parque: un rio de gente donde los mas profesionales ladrones hacen magia sacando cosas de los bolsillos. La ciudad es un caos, sería poner otro denuncio, solo un esfuerzo ciudadano nunca escuchado y en vano ante la inoperancia de la seguridad de un estado que lleva decenas de años de injusticia social, pobreza, falta de oportunidades y soluciona todo con carpas de zonas seguras, donde un policia se aburre terriblemente y ven ciudadanos asustados en su propia casa.

Precisamente pensaba ayer mientras veía el Linea Tierra sobre el tema de tecnologías en la seguridad. Cuantas denuncias se reciben de robos? Y eso que le importa al estado? Cuando este esta robándose millones de nuestro dinero, repartiendo la tierra a diestra y siniestra a privados?

Me pregunté si hacer una denuncia en esta ciudad es un esfuerzo ciudadano (la espera, las preguntas tontas de los policias, un papel guardado en un archivador) vale la pena. Y llego a la conclusión de que es inútil. Ojala el man que la robó la lleve a una compraventa y alguien que la necesite la compre. Igual la robaron para gastarlo en vicio, saldar una deuda, gastárselo en parrandas.

Reemplazarla? Que rabia. Digo incluso con ofensa que no la necesito. Que ahí tengo mis otras cámaras, las que no saco para que no se las roben.

Y lo otro que me da ofensa, es los reproches de algunos que siempre me han dicho que ande con cuidado, que si ve, que me lo advirtieron (claro que ya casi no tengo de esos personajes en mi vida). Pero entonces mi pregunta es, si debemos vivir sin usar las cosas, sin vivir los días, sin conocer esta ciudad que es una jungla en la que sobrevive el mas vivo.

Lo ultimo es que no pasó nada. Este es el mínimo riesgo de vivir aqui. Como diría mi mamá, quien sabe que pasará después. Todo tiene una razón y un porque. Ya veremos cual.