Solo pensamientos, historias por escribir para que luego no las olvide. O solo para sacarlas de la cabeza...

martes, 27 de octubre de 2009

La cocina


La casa estaba oscura. Me gusta a veces cuando estoy sola en esta casa grande, andar con las luces apagadas y seguir sintiendo el vacío al ritmo de mis pasos.

La cocina de mi casa es como el centro de comandos. Ahí llego cada vez, saludo, descargo, tomo algo. Prendo la TV, me siento un rato. A veces paso de derecho, pero solo a veces. La cocina es donde esta el olor a casa, donde Nena hace las delicias, donde Nena nos da todo su amor, nos espera para contarnos los días que ocurren entre los platos y las vueltas. Cuando era chiquita los butacos eran altos y ahi comiamos los cuatro a las 6 de la tarde. Pasé tardes haciendo tortas de chocolate, chupándome los dedos que untaba con la masa mientras era batida, mientras probaba la harina primero con agua, y luego con huevos y luego con la esencia de vainilla, luego chuparse las paletas de la batidora y esperar el olor del horneado.

Luego buscando recetas para el día de la madre en los libros gordos que compramos en el semáforo, traduciendo ingredientes, mirando la despensa a ver que faltaba para la receta.

Y ahora, cuando estoy a oscuras y sola, me gusta bajar a cocina y sentarme a trabajar en la mesa donde todas esas cosas bonitas pasaron, donde me siento acompañada por el chocolate hirviendo y los panes calentándose.

Y aunque la cocina de mi casa tenga mis 26 años, ya este pasada de moda, el mesón este despintado la cocina de mi casa me gusta mucho.

Nunca la habia visto con la luz apagada. Se ve muy bonita.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Aprender otro idioma


Miranda es una bebé de 4 meses. Miranda mira con curiosidad el mundo y a esas personas adultas que le dicen cosas en idiomas no conocidos, caras, gestos y ella en su inocencia sonríe y hace voces inenteligibles. Me pregunto cual será el idioma de los bebés, o la frase típica de tía, qué soñaran. Y pensé mientras mi mamá le hacía pucheros mas tontos que los del mismo bebé para que le diera ese ataque de felicidad inexplicable, cómo será aprender el idioma. (Muchos estudios habrán y aunque la pregunta es retorica...) Después de la retahíla (de mi mamá) Miranda ya estaba entretenida en el sonajero que colgaba al frente suyo (o sea, no puso ni cinco de atención). Probablemente cuando aprenda a decir Mamá, y distinga su nombre entre todas las voces alrededor, le pasará como a mi aprendiendo alemán, que pierde(o) el hilo, y le (me) toca volver a empezar de nuevo.

La diferencia es que ella no tiene otro idioma de referencia.

Aprender un segundo idioma.

Cuando en 4to grado la profesora de Inglés mostraba las cartas con muñecos de palitos patinando, comiendo, corriendo, jugando, leyendo, y yo no podía decir cada verbo con fluidez recuerdo la determinación de aprender el inglés a como de lugar. Y si, cogía el diccionario y buscaba palabras y pasaba horas enteras viendo peliculas en HBO con closecaption (cuando no había canales para Latinoamerica y todavía había parabólica) y un día, como por arte de magia, (eso digo yo hoy que no recuerdo mas) me oí a mi misma hablar conmigo misma en inglés.

Claro, mucha agua faltaba para que corriera debajo del puente, examenes Michigan, clases particulares, libros de cuentos en inglés, niveles avanzados e intensivos en el colegio de cuasimonjas y no bilingue, un año estudiando con materias en inglés (en la brillante carrera de Negocios Internacionales), 3 años de ignorarlo completamente, ver más televisión (que luego no digan que la TV no enseña nada), tener ipod para escuchar bien y poner atención a las canciones a ver que era lo que decían, para hoy finalmente tener un nivel admisible de inglés.

Y claro, yo puedo preguntar en los hoteles con pronunciacion aceptable, ¿Puedo cambiar de habitación? O, ¿Me podría dar una almohada extra? O ¿Me da un descuentico?

Y como el inglés me aburrió, se me ocurrió hablar otro idioma. Primero fue el italiano, pero un profesor del segundo nivel me destrozo el sueño cuando daba clases de 4 horas sin prepararlas. Yo la verdad no tenía tiempo para perderlo con un señor cara de gordo de Jurassic Park.

Y el tiempo pasó. Y apareció el Alemán. Lo malo de Alemania, decía yo, era no saber Alemán. Que dificil. Y llegué y me inscribí en un curso en EAFIT. También tratando de compensar la salida de la universidad y sentirme terriblemente aislada, de no tener una institucion que me respaldara (puro pánico escénico).

Y en las clases me daba dolor de cabeza. Y casi que no descubro la DWTV en mi cable y perdí examenes y pasé cursos que no debí haber pasado y entonces al único profesor que le aprendí un poquito decidí pedirle clases particulares: a ese ritmo de estudiante tonta que quiere pero no quiere aprender, no me iba a rendir.

Llevó dos años aprendiendo Alemán. Y el proceso mas que dificil ha sido lento por la falta de disciplina y además es que el Alemán si es dificil (en serio, no me quiero imaginar los que se ponen en la tarea del ruso, o del japonés). Palabras insospechadas aparecen en cada clase y que decir cuando leo algún texto. Normas para cuando no debe haber normas, normas para lo innormable.

Es que tengo poca paciencia para no saber y ser ignorante. Y por eso me desespero y me rindo, a veces. Otras me obsesiono un poco y a veces mucho.

Lo que quiero decir, es que nada como la lengua madre. Esa que Miranda esta aprendiendo a punta de pucheros, esa donde yo puedo decir facilmente a unos Alemanes que no entienden mi escaso alemán ni mi fluido español, “Es que en esta ciudad, entra la pobreza y la violencia, entre las casas de material, las escaleras y los callejones, en estos barrios hay cosas mas bonitas y gente mas honesta y mas real, que en cualquier lugar del mundo”

No eso, eso no lo puedo decir en Alemán mientras paseo en el metro cable y miro hacia abajo y con tono reflexivo lo diría.

No todavía.

viernes, 9 de octubre de 2009

"Hoy he sonreido mucho. Eso es bueno"

Un exceso de bebés. Por eso los bebés prestados son buenos así. Porque apenas lloran uno los devuelve. Sonrisas sin motivo, los bebés sonríen sin motivo. La vida debe parecer bonita desde esas mínimas alturas, una visión granangular de un mundo aparentemente inocente con gente haciendo bobadas para que los bebés sonrían. Luego caminar mientras el shuffle del Ipod ponía bajo su capricho al azar la banda sonora de un caminar al lado del metro, mientras en el parque una fila de niños en sillas de ruedas sonreían mientras el joven les decía, "Hagan así con las manos como si tuvieran hormiguitas" Una sonrisa otra vez, una sonrisa porque me provocó hacer así con las manos para que las hormiguitas se bajaran y los niños sonrieran. Y luego un mercado zombie calculado. Mas tarde cuando todo parecía terminar al color de la noche, cuando los ojos están con ganas de cerrarse, olvidé algo, y luego volví a olvidar. Me pregunto en que planeta ando. Y aun así, el estaba dentro del bus "estadio" de pronto ya yendo a casa mirando los carros hacia atrás y me miraba con su cara de niño, y sus ojos de niño y le saqué la lengua, lo saludé con la mano, le hice malacara, recordé en la R18 dorada, en la parte de atrás haciendo lo mismo, pero yo era entonces niña, como el niño al que yo adulta le hacía caras sonrientes y enojadas, esperando a que como yo de niña me escondiera, o sonriera. El solo me siguió con la mirada, y yo lo seguí por el rabillo, porque tenía que mirar para el frente y seguro el volvía a su casa, y seguro cuando tenga 25 recordará los viajes en bus con su papá, y el bus para el solo, cuando la noche es oscura y sus luces amarillas dan mas sombras y mas figuras para jugar con la imaginación.

Y como le dije a mi amor, hoy fue un día bonito.

jueves, 1 de octubre de 2009

El piso

Montada en la bici, pedaleando con fuerza mientras las piernas se sienten temblar, casi desfallecer porque soy una floja y no puedo con las lomas, ni colinas, ni nada que sea en sentido contrario a la gravedad, mirando hacia el piso, he visto muchos animales muertos, estripados, como si no pertenecieran a este mundo, un montón de palomas, pájaros y ratas arrolladas y hechas papilla por autos que van por la vía, que ni los notan. Yo se que son animales suburbanos, que hay muchos. No se si es que nunca lo había notado, o solo que en estos días ando con la cabeza muy baja. Debería mirar el cielo y mejor ver las formas de las nubes.

Será una señal? como aquel conductor cristiano que me dijo no ser feliz, o el sermón de párroco y apocalíptico que mi mamá me dió el otro día?

Creo que es solo la vida. Pero quería ponerlo escrito por si algo pasa.