Una araña viene caminando por la pared. Y digo, no me gustan las arañas. Porque aunque las veo por ahi caminando, pensar que entrarán en mi oído mientras estoy dormida me entra el sustico y entonces no me aguanto y la alejo con un lapicero de mi. Sale corriendo. Seguro busca la esquina fresca de la habitación y seguro entró por la ventana que esta abierta desde hace varios dias, porque el clima, el benévolo clima de aires calientes lo permite. Nada como el placer de dormir con la ventana abierta y poca ropa debajo de las cobijas. Eso y montar en la bici con el aire tibio en la frente y el cielo azul profundo encima. Eso y recibir el sol, y ponerme lenta, y tener sueño, y sudar, si, sudar otra vez, y estar cansada por el calor del día. Todas las cosas que muchos odian de las tierras calientes pero que yo amo, porque claro, vengo de tierras calentanas. Eso, y recibir una carta feliz de mi tierra, una llena de amor, que miro aquí a mi lado, desde la estampilla preciosa, hasta las letras y los regalos adentro. Sobre todo la energía, la energía, la respuesta a unas preguntas no preguntadas, las palabras precisas, el pedacito de mundo que en un sobre llega. 25 días después, miles de kilómetros, un oceano. Lo más romántico de esta tierra es sin duda es la existencia todavía del correo. Lo más romántico de irse, sin duda es los fragmentos de mundos aun conectados, así eso nos de una despatriación, aunque la palabra no exista. No importa. Es aquel que se va de un lugar, y extraña ese mundo que dejó, pero no sabe que ese mundo no existe porque ya se fue, y cuando regresa, extraña el que ya no existe y entonces es un ir y venir de nostalgias. De no existes, de mundos inventados por las raíces extraviadas. Pero si el papá de Villoro encontro patria, cualquiera la encuentra.
Y con mi carta en mi mochila naranja como el mejor tesoro del dia, y el dia largo hasta las muchas de mis noches, y entonces vamos al cine, si debajo de las estrellas, y en las tumbonas azules, en mi barrio bonito, asi, asi te vayamos a dejar, hay que disfrutarte, barrio bonito, pero ¿sabes? Es que no importa irme y dejarte, porque no me importan muchas cosas ya realmente, y claro, como te tengo que dejar, hay que buscar una casa, y mágicamente, bajo las estrellas y con una pantalla gigante al frente, un correo al teléfono, (uno de los que ya no son románticos) que si, que el apartamento es nuestro y aunque una parte de mi me dice de tener cautela gritamos y celebramos porque aunque los años no determinan los ciclos, pues si, hay ciclos, asi ellos empiecen en otros meses y sean ciclos atípicos.
Son dias benévolos, surfeando en una ola, a pesar del esfuerzo, mucho o poco, que haya que hacer para estar haciendo equilibrio en la tabla. Muchas cosas me llenan la cabeza, pero sobre todo hay que pisar firmes y hay que enfrentar la ola, la ola de la incertidumbre de nuevo, de la culpa, si es que la hubiera por lo dejado de hacer, la ola de los bonitos recuerdos, de un año, casi ya, increible.
Me duele la barriga. Suena blues de fondo. Se acaba mi lunes con madrugada de martes. El cielo está claro. Son dias largos, entre el cielo azul y el verde del pasto.