Solo pensamientos, historias por escribir para que luego no las olvide. O solo para sacarlas de la cabeza...

miércoles, 31 de diciembre de 2008

A los 25

No es que me sienta vieja, porque creo en aquella frase de cajón de que la juventud está en el corazón, pero esto de los 25 me parece toda una cuestión. Mi mamá nos dijo hace unos años que cuando cumpliéramos 25 años teníamos que ir pensando en irnos de la casa. Y aunque mi hermano que tiene 28 no se ha ido, y mi hermana de 30 viva en Bcn, pero con un pie siempre en la casa, no creo que me vaya pronto de la casa y mi mamá al final tampoco piensa echarme.

Todavía tengo cuadernos de muñequitos, léase, La fresita, o mas moderno aun, Backgardigans. Veo un Pitufo y me muero de la emoción, me gusta la ropa rosada, no combino las medias con los pantalones, tengo unos guantes de rayas de todos los colores, y calzones de corazones, no me falta sino el par de trencitas en el pelo, que no las he tenido recientemente porque tengo el pelo corto desde hace 4 años.

El 29 de noviembre cumplí 25 años. 8 días antes en el aeropuerto el Dorado antes de llegar a Barcelona me compré un reloj de $5000 de la fresita. Era el más bonito, el único de mi gusto y solo pensaba en que me aterraba pasar 12 horas de avión sin saber la hora. El 30 de noviembre, en medio de la resaca, miré el reloj, y por un instante, pensé: oís, yo si estoy ya como vieja para un reloj de la fresita. Y la verdad es que podría pasar el resto de mi vida como si tuviera 22: con reloj de la fresita, yendo a casa temprano antes del amanecer, teniendo que ir a la universidad, en fin, tantas ventajas que siento que dentro de mi en caso de tener 22. Total es que guarde el reloj, y me compré otro, aunque todavía no es de señora, por lo menos no es rosado de niña de 8 años.

No se que es eso de tener 25 años, debe ser igual porque al final la vida es solo una. Larga y larga, o corta y corta. Los años son solo períodos de tiempo que el hombre se inventó para ordenar su caótico mundo y entenderlo un poco.

Lo que pasa es que cuando mi mamá tenía 25 años ya tenía marido y dos hijos. Y yo, yo nada, vivo una vida medio hippie, medio formal, quiero ser normal, pero no tengo tanto de normal, quiero ser independiente, pero al final dependo de todo. Me cuesta levantarme en las mañanas, trasnocho todos los días, todavía me emborracho y a veces se me olvidan cosas, me falta probar casi todas las drogas, ya dejé el cigarrillo, todavía no se bailar y no creo que aprenda, y no me gusta maquillarme así mi hermana insista.

Y como esto del tiempo pasa, y a veces me miro al espejo y digo, Dios, como has envejecido. O veo a los jóvenes (es que ya hablo casi como una abuela) y digo, estos muchachos tan tremendos (ja), o tan tesos, o veo esos que a los 23 ya hicieron todas las cosas que yo no he hecho. O pasa también como hace poco, que el suegro de mi hermana me dice que si tengo 18 años; que al final no se que es peor, si ver a los que están detrás muy jóvenes o tener tanta cara de niña.

Y mi cuñado me dice que porque trabajo a los 25 si estoy muy joven todavía, y yo pienso, ¡claro! ¡Estos europeos!

Y de pronto por esto de los 25, pues para no sentirme tan vieja, ni tan pasada de moda, y de pronto porque me canso de ser niña bonita y buena... O de pronto sin razon alguna, solo porque me da la regalada gana, decidí cortarme el pelo, y teñírmelo de muchos colores, así los colores no estén de moda, o si y que importa. Porque tuve el tiempo, me di el gusto, porque necesitaba un cambio (dicen que cortarse el pelo es un cambio en la vida de algo) porque me dio la gana, y porque finalmente me atreví, después de tantas divagaciones en mi cabeza sobre la vanidad femenina.

Así que este fue el cambio de look.




Fue divertido estar tres horas en un lugar en el que uno se siente atendido, con todo el placer de unos chicos que se divierten haciendo lo que hacen. Sergi el amigo peluquero se divirtió de lo lindo con mi pelo y mis colores, yo solo le dije, en “vos confío”. La Pelu, fue el lugar, la ciudad Barcelona, el personaje, Ana María Vallejo, que por mas que trate de cambiar, siempre será la misma.

Bar El Pastís

Íbamos caminando una noche en la que finalmente no llovía.

Entramos al Bar El Pastís.

Abierto desde 1947, el Pastís, es un bar al estilo francés de la bohemia de antes, y de la de hoy si eso todavía existiese. Dicen que aquí estuvo Picasso y a mi me gusta pensar que es cierto.

Cuando llegamos, pedimos tres mini cervezas, cañas dicen aquí, y nos sentamos a conversar. El lugar no supera los 25 mts cuadrados y tiene su propio estilo en la decoración. Está ubicado en el barrio chino y esta amenazado de cierre por los vecinos, quienes dicen que el bar no les deja dormir.

El show de la noche al ritmo de este francés y este noruego que según contaron se habían encontrado hacía 4 días en Barcelona, que tocando música francesa, Edith Piaf y otros, entretuvieron un rato. Philip, el francés se puso la corbata y la chaqueta (que olía a no haberse lavado en mucho tiempo) y el noruego tomó su guitarra y empezó el concierto acústico, claro, por aquello del ruido y los vecinos.



www.barpastís.com

lunes, 29 de diciembre de 2008

Incendio de Tostada



Ella es mi hermana, Paula. El, su novio Luca. Yo vine de visita a Barcelona. El primer desayuno y hubo un incendio. Luca es terco, y maneja las máquinas a su manera. Paula ya tiene la casa como una señora grande, y pues, lo que pasa es que finalmente crecimos sin querer queriendo. Su hornito es un poco peligroso. Pero ella lo cuida igual.

jueves, 25 de diciembre de 2008

Re-visiting Palermo (I)


Ir por las calles, con el sol que entibia el cuerpo, calles estas, estrechas, sucias, con el olor de la ropa recién lavada, el rumor silencioso del viento chocando entre la ropa colgada en cada balcón. Un perro caminando a mi lado, un gato en la esquina, vigilando, una lapa, esta vespa convertido en camioncito, que pasa, trstststrsrrsr, una viejita que pasa al lado, un grito en siciliano de un señor, el vecino le responde y cuando uno se da cuenta la calle entra discute sin mas, entre los balcones y la calle.



Trtrtrttrtrtrt, otra lapa, al lado mío, un señor barrigón sentado sobre una caja de cerveza, espera. Cualquier cosa que pueda pasar, y si no pasa nada no importa.

Luego, pasan vendiendo la sal, luego sigo caminando, por estas calles que no tienen lógica, una, dos, tres iglesias.



Luego sale una nube mas grande y mas gris y se lanza a llover el cielo. De pronto llora Palermo a sus muertos, a sus casas secas desde hace mas de 100 años.

Todo el mundo parece mirarme sospechosamente. Me tomo un zivivo, en la taberna del Ballaró con un huevo duro como aperitivo que se ofrece gratis en el aparador del bar. Tomo una foto, y siguen las sospechas. Hoy es día de Santa Lucia y no se puede comer ningún tipo de granos, se come Arancina, una bola de arroz frita rellena de carne, y me como más bien un “Pane Panelle”, un sanduche de un frito de garbanzo, lo cual parece ofender al de la vespa que pasa y grita: santa luchía! Y yo sigo comiendo, mi “pane”, a pesar de que hoy no se comen granos ni trigos, por supuesto el señor no debería vender tampoco el “Pane Panelle”.



Para resguardarme de esta lluvia que me enfría los tenis, entro a la primera iglesia que veo. El rumor de unas letanías, unas velas encendidas, una iglesia, allí otra por allá, tiempos de locuras religiosas que hacen bellezas, ahora que son absurdos, afuera vende una señora, que me desea feliz navidad: - Buon Natale-, una rosas, que no compro porque a nadie quiero regalarle alguna.

Por el camino del mercado, entre las carpas de lado a lado de la calle, entre la gente y yo, pasa una vespa, o cualquier moto, pitando. Se le da el permiso, uno espera, y ahí esta el pez espada con el pico parado, luego las especias, en bolsas, los mil colores, todos los precios en “cartolinas”, luego los tomates lindos.


Por el corso Vittorio Emanuele esta el carro de bomberos, con la escalera levantada y dos bomberos en una ventana, sin embargo no hay fuego, el trafico se enloquece; en Quattro Canti una pareja de recién casados posan mientras su camarógrafo les hace las tomas para el video del momento feliz, que quien sabe si sea el único de su vida juntos, y sigo caminando, y pienso en si alguna vez me caso. Pasa el Carabinieri, con la sirena azul sonando, turiruri, y pienso en que me miran sospechosamente, y que en el Padrino se recuerda a Sicilia como la tierra de la mafia, y sigo caminando. Pero que yo no he visto al Padrino completo y no lo pensé antes de venir aquí.


Vuelvo entre los callejones, me sigue otra vez otro perro, esta vez llego a esta iglesia sin techo, una iglesia sin techo, una iglesia sin techo. Miro estas nubes bajitas que se mueven rápido, que a veces vuelven a traer otra que llora la muerte en esta ciudad.Miro el cielo con un marco, no de ventana sino de techo.

Paso por via Messina Marina, y veo los rumanos que parece que cada mañana que paso hubieran dormido en los carros que están ahí siempre parqueados. Espero la parada del bus, el bus que solo pasa cada media hora, el 224 para la Estación Central.

En el bus, seguro hay una viejita que despeinada, habla conmigo y yo la miro como queriéndole decir que no le entiendo y que por favor se peine, pero a ella no le importa, ella sigue hablando en tono alto y parece que se queja de algo. En los buses siempre están los locos, los viejos y yo. Y siempre hay una conversación comunal. A veces las viejitas que pelean con los adolescentes, ahhh, que ellos usan el bus para ir al colegio, y luego hacen de estos recorridos caóticos, el lugar de sus travesuras con las viejitas de Palermo.



Voy por donde las putas negras, que en el camino de acera de tierra, esperan entre los arbustos a que algún coche, se detenga. Voy buscando una playa, en

invierno, con abrigo y guantes en las manos. Oigo las olas, el sonido que no se detiene, y que marca el respirar de esta tierra vieja, un chico pasa trotando, me siento un rato en la arena, recibo el atardecer, espero.



Entre las piedras, se choca el mar, las barcas vacías de los pescadores, y un letrero que indica, que por favor no se bañe en este pedazo del mar por contaminación, igual con este frió no pienso hacerlo. Una pizza en la cafetería, melanzana por favore. Scaldada. Uso el baño, pienso que en todas partes hay botones y palancas diferentes para vaciar los sanitarios y que uno podría hacer una antropología de botones de wc´s.


Luego por entre las playas vacías, las casas gigantes de verano, ahora quien sabe si ocupadas, miro el horizonte, un azul de mar que se mezcla con el cielo, y pienso en lo que oí el otro día, de un horizonte sin línea de horizonte. Donde el mar se funde con el cielo, y uno podría decir que la tierra es como el cielo. Ojalá, el cielo fuera así de divertido, ojalá la tierra fuera así de inocente.

Un balneario, piscinas gigantes desocupadas, solo el agua de la lluvia de este invierno caprichoso, que reflejan la montaña, la silla del salvavidas vacía, de pronto el perro caminando por el borde. Pero el perro no está. Una pareja por allí escondida detrás, quizá se fuman algo, quizás se besuquean, quizás, tantos

quizás que no se.


De vuelta las mismas putas en el bus, se comen un bocadillo, se ríen, como cualquiera, como yo, cuando me río de algo que pasó en el trabajo. Así se reían. Y yo pensaba en que estas putas son muy lindas. Y que claro, tienen todo el derecho a reírse.


De nuevo al bus que me lleve por allá a donde aun no he ido, corro, porque en este horario al medio día cierran todo y vuelven a abrirlo a las 4, cosa que todavía no entiendo, corro porque son las 11 y me van a cerrar. Corro, pregunto en la información turística, un par de turistas preguntan primero que yo por el busecito descapotado que lo lleva a uno a ver la ciudad y que están en todas las ciudades, nombres que ya he visitado, y que me parecen que las ciudades deben ser vitrinas de un mall desde alli. La niña les dice que si, que el bus pasa, pero como es Palermo, esta ciudad de lo que no se sabe, de lo muerto y la que espera hace tanto tiempo, hay que esperarlo, que no tiene horarios. Ellos se van un poco

decepcionados, tendrán que pasar el umbral de la vitrina, porque como dice la guía que compré, cualquiera, todas eran igual de malas, Palermo es para viajeros atrevidos. Yo no se si sea atrevida, solo pensé que Palermo quedaba muy lejos, y que llegué por pura casualidad, la vida que a veces lo va llevando a uno, y qué bonitas llevadas.


Corro, y llego, 11:20am, calculo el tiempo, entro entre corredores de esos palacios y lugares amplios con plazas internas, escucho un coro cantando, un órgano sonando, y cuando entro, una Capella, (Palatina) dorada, dorada, dorada, y en sus muros, las historias que me contaban en las clases de religión, las que escuche en los evangelios los domingos, y los primeros viernes de cada mes que en el colegio era obligatorio asistir. Mosaicos, el coro, ensayaba, y la chica decía, otra vez desde la pagina 18, y seguía, y seguía, ¡ahhh!, ¡ohhh!, y pensé que en esta ciudad de iglesias se cantor lírico podría ser una buena profesión, y pensé que nunca pensé que los cantores líricos hablaran normalmente, aunque siempre lo supe, pensé que sería bonito que siempre cantaran, y nunca hablaran. Y yo

seguía mirando a Noé y su arca, y a Jesús en la cruz, y a Pablo, y a Magdalena, y al Pesebre que es tan de moda por estos días invernales. Tocaba las paredes con mis deditos para que no se me olvidara como se sienten los mosaicos dorados y los mármoles lisos cuando un coro toca en una Capella Palatina. Y que eso no tiene importancia, pero yo quiero recordarlo.


Pipipi, dice la moto que pasa, ya decía yo que se me hacía conocido ese sonido, pipipi.


La vía en vitrina desde un coche, no se a donde voy, le dije: Lu, quiero ir a un cementerio, y el me dice para que, si aquí ya todo este muerto, no hay que ir hasta uno. Pero Lu, me ha llevado al cementerio, como cuando uno iba al zoológico, pero esta vez era al cementerio. Y pasamos por este cementerio, y desde allá arriba se veía un poco de la ciudad, que yo todavía no sabía porque era una ciudad muerta y seca, y mas allá de la ciudad el mar, y las cúpulas de las iglesias, cúpulas de colores, y de todas las formas, y ahí los muertos, debajo de mis pies, al frente de mis ojos, flores frescas, los retratos de cada muerto, las familias enteras muertas. Muertos que no conozco, pero que le rendí homenaje con mis fotos, y mis dedos tocando las lozas en mármol, las flores vivas y de

plástico, y los muros de los mausoleos de 1800. Taaaaaaa!!!!! Una sirena anuncia que se cierra la visita a los muertos. Me retiro entonces del recinto.

Y afuera otra vez el perro, que me mira, un rato, pero sigue rascándose las pulgas. Y me voy.


En la Trattoria Shangai, un zivivo otra vez, un amigo pasa, otro amigo pasa, sin dientes, y con el olor de la calle, sus pertenencias en una bolsa, y un perro a su lado, me invitan a más zivivo. Conversan un rato, si yo no sigo mi camino, puedo seguir ahí con ellos, llega otro loco que se burla del primero, y siguen su camino juntos. Dios los hizo y ellos se juntan solos en esta ciudad demente. Yo sigo, buscando más locos, tratando de salvar mi locura.


Con mi locura voy a las catacumbas. La guía absurda lo pone como uno de los atractivos alternativos. Mi locura iba por ellos. Las “Catacombes dei Capuccini”, un par de escaleras, que bajan, un corredor, y adentro el olor húmedo me sorprende con una calavera con cuerpo y ropa colgado ahí, al frente, y así corredores y corredores, de hombres, niños y mujeres, rellenos de pajas, guantes y lentillas en las cabezas roídas. Bigotes y dientes, barbas y solo falta el ojo que me mire. El olor de muerto no le gustó a mi locura, y me devuelvo, y no me quedan ganas de más muertos, ni de más ciudad de muerte.



Las casas siguen secas, y yo quiero volver. Por el avión, se ve el mar, el Tirreno, detrás, las tierras cálidas de esta isla, los viñedos y los olivos, y esa ciudad, que según Goethe, quien no va a Sicilia no conoce a Italia, y bueno yo digo, que ir, para conocer esa muerte viva, esa viva muerte y volver, para sacar la vida, y saborear la muerte, otra vez.


miércoles, 24 de diciembre de 2008

Segundo secreto femenino

Y nosotras, mujeres, el secreto, es hacer lo mismo: no dejar nada en la cabeza, y mirar al otro lado, a ese marciano hombre, con los mismo ojos del amor, y las palabras de las historias y los sueños.

Un secreto femenino

Hace dias quería escribir sobre las mujeres. Hoy escribo desde mi condición femenina y personal un mensaje hacia la otra orilla, porque es tan sencillo, pero a veces ni ellos ni nosotroa sabemos lo que pasa.

Que deben saber los hombres sobre las mujeres

Primero lo que deben saber lo hombres sobre las mujeres es que nosotros estamos esperando a que ellos nos digan algo. Es así de sencillo. Esto de que las mujeres somos de venus y los hombres de marte, libro que intenté leer en mi primera decepción amorosa, un libro prestado que aun no devuelvo y que no leí tampoco, no es tan cierto porque se solucionan, las diferencias, con cosas sencillas: a las mujeres para poderse entender con ellas, lo mejor, es que ustedes, hombres, nos digan lo que están pensando, hacia donde van, no en sentido literal, que si, pero también en sentido figurado. A las mujeres nos gusta saber cual es su camino, amigos hombres para nosotros tomar desiciones al respecto. La mujer no se hizo feminista porque hubiera actitudes feministas al frente, sino porque los hombres están a su lado. Pero a veces pienso que los hombres no dicen lo suficiente a las mujeres o, porque se sienten con sus madres al lado, o porque se sienten controlados, y bueno siempre hay hombres que dicen, mas y los suficiente, pero sabes que, amigo hombre? No es suficiente. Porque a nuestra fortuna, para las mujeres nunca es suficiente. Y lo digo no por el exceso de cosas que tu, amigo hombre nos dices, sino por el exceso de cosas que por ti, y el amor que sentimos por ti, las mujeres hacemos, mas de lo que deberíamos hacer, porque recuerda amigo hombre, que al final terminaremos como tu madre que te parió, y si estas de suerte no te abandonará. Así que si estas de suerte con alguna de nosotras, que te ha escogido para amarte y cuidarte, por favor, no es sino necesario que nos digas que hay ahí, en esa cabeza hasta en el mas ultimo detalle. Confía, no en nuestro instinto telenovelesco de perseguirte hasta la muerte, sino en nuestra madurez post feminista, de tener una vida propia, a tu lado, y en compañía.

Es así de sencillo, amigo hombre, y este no es un mensaje a ningún hombre en particular, sino que como mujer, pienso, en estas relaciones que en mi, y por supuesto a mi alrededor, se tejen entre hombre y mujeres. Es así de fácil, o no tan fácil, pero si las mujeres dejamos el papel de perseguidoras y victimas, y el hombre nos dijera lo que hay en su cabeza, confío mas en la evolución cultural, para que el resultado, sea, una mejor relación entre este hombre y esta mujer que son bien diferentes a los papeles dibujados en el pesebre de la biblia o en el matrimonio de nuestros padres.


Solo una reflexion de estos dias grises.

felices fiestas, o por lo menos pasen y descansen en la felicidad mal augurada.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Desde

Escribo rapido, desde estar tierras siempre frias, donde no entiendo porque no deja de hacer frio, porque el sol al medio dia no esta en cenit, porque anochece a las 5, porque amanece a las 7. Porque los locales y todo lo cierran a las 2 y porque los cierran de nuevo a las 7. Yo se porque, solo que no me acostumbro a tener las manos frias, y los pies bien frios. Estoy en un cafe internet con un tipo que habla italiano, algo que no entiendo y debe ser arabe o algo asi, y chapotea ingles. QUe no cree que fuera colombiana, porque resulta que para estar en internet en un lugar publico necesitan que todos los usuarios esten registrados por eso de los ataques terroristas. Que el carabinieri viene a pedir los registros. Yo a verdad a pesar de ser colombiana no soy terrorista a pesar de los suenos que he tenido en los ultimos dos dias, en el que en el primero en una marcha hacemos un ataque terrorista estocolmo y luego en el otro atraco la embajada francesa. Pero que quede claro, no soy terrorista. Si, el invierno no deja de ser frio a pesar del sol en la cara, y la calefaccion en la casa, o el agua caliente en el bano, y que decir del pelo mojado cuando se lava. Tengo una abstinencia de internet que me va matando y la compenso comiendo galletas, tengo abstinencia a mi amor, y esa solo se compensa estando en esta cafe internet, a 6 horas de diferencia escribiendole y creo que las dos abstinencias estan relacionadas, la enfermedad es adicciones varias, la solucion, no se si sea volver, pero creo que es estar seguro de lo que hay en el corazon y un cuaderno y un lapiz para apuntar lo que no puede llegar hasta este mundo virtual. Me voy para querer volver, y vuelvo para quererme ir, probablemente no haya lugar, sino que tengo que viajar mas y siempre en mis suenos, y pensamientos. Estas ciudades que solo son nombres, para mi calles con piedras antiguas, paredes que toco, pensando en esos anos de antes, luego en los que estan por venir, a veces pensando si viviria aqui o alli, pensando en esa ciudad, esa medellin, que de todas las formas me gusta, a pesar siempre de todo. Pienso que quiero irme, pero que siempre volvere. Que probablemente tanto miedo a irme... es a que un dia me vaya del todo. Y quien sabe en donde resulte a volver.



Disculpen las ennes, sin rayita arriba.



Y definitivamente seria feliz en el mundo en el que no haya clima. El clima es uun externo que afecta demasiado mi iinterno, tres dias de tormenta me van dando... algo parecido a la frustracion y tristeza profunda. Como una mata sere, que necesita al sol para poder recargarse.



Hoy desde Palermo, la ciudad de la mafia siciliana, luego creo que cuando vuelva a BCN que se vuelve como una segunda casa, podre estar mas tranquila, frente a esta pantalla que me conecta con otros mundos.



Y este va sin tags.



(para que no me descubra el carabinieri)



Ahh y mi italiano va mejor que el aleman. Que sera.