10 de agosto.
Esta vez no
tomamos un bus nocturno al sur. Pero si un pequeño bus que nos llevó hasta
Fethiye. Ahi dormimos en el hostal mas barato que encontramos, dormimos en el
mismo dormitorio que un Australiano antipático, tanto como nosotras. Fethiye es
húmeda y no tiene nada muy interesante. Es la primera parada al mar. Aquí ya
hay mar, solo que hay yates y un puerto deportivo, que hacen de la ciudad cara,
muy cara. Mañana la idea es salir de aqui a Kabak. Eso como que es al fin del
mundo.
11 de agosto.
El paraíso tiene
otra sucursal en el sur de Turquía, lo que se conoce como Asia Menor frente al
Mediterráneo. Entre pinos y árboles de olivos, como en los dibujos de la
biblia, viven hippies turcos que le dan hospedaje a mas hippies, parejas
enamoradas, o chicas y chicas cualquiera que buscan el fin del mundo sin
cansarse.
Reflections Camp
queda en la montaña. Para ir al mar, hay que bajar por un caminito, mas o menos
5 minutos hasta la playa, Kabak. Una playa pequeña en una bahía con aguas
azules turquesa. O ¿verde turquesa? Es de un Australiano que se llama Chris.
Que habla poco. Y hace mucho, mucho calor. Ya bajamos al mar. Ya nos bañamos en
un baño al aire libre, que según el libro mágico, Lonely Planet, la mejor vista
del mundo para cagar. Y si.
Tengo 4 picaduras
de bicho extraño en mi cara. Siento la cara caliente, caliente. Las ronchas
crecen. Y me pregunto, ¿Es que soy tan citadina?
12 de Agosto
Estoy frente al
mar. Uno siempre debería pasar unos días todos los años frente al mar. Son las
10:00 y la playa está casi vacía. El sol está en mi espalda y así me ofrezco
como carne fresca y dulce para los zancudos.
Donde dormimos es un Bungalow abierto con mosquitero en cada cama. Nos
despertaron los gallos y el fresco amanecer. En la noche desde mi cama se veían
estrellas. Un cielo estrellado brillante. Respiro profundo, las olas en su ir y
venir constante, la brisa cortica que roza mi cuerpo.
Mi cuerpo, mis
carnes generosas, mis gordos, mi piel que guarda rastro de mis años, de los
días. Las huellas del tiempo en la superficie de mi cuerpo. Ahora me miro en el
espejo y veo los años. No es que me sienta vieja, sino que ya no veo una niña.
Mis carnes generosas han perdido elasticidad, la superficie tiene más arrugas,
la textura es otra. Hay mas pecas, estoy más blanca. Así es mi cuerpo.
En mi cabeza
pasan las historias de los libros que he leído últimamente. Diario de un
Libertino, en la que la novia del libertino, una mujer mayor que el, profesora
se muere por ser alérgica a la universidad. En eso pienso cuando veo mis
picaduras de animal extraño, posiblemente resultado del hostal de mala muerte
en Fethiye. Ácaros o pulgas.
13 Agosto.
Frente al mar.
Sobre el mar.
Este mar no es
intempestivo, aunque su fondo rocoso dificulte un poco el asunto. Las olas
entonces arrastran con su fuerza natural las piedras, y también a los bañistas
al salir del agua. Donde habré leído algo bonito sobre las piedras? En alguna
parte, sobre las piedras... Es un mar muy salado. Se puede flotar fácil,
sostenerse sin cansarse aun si no se toca el fondo. Solo hay que dejarse
llevar. Sigo preguntándome que quiero de la vida y si tendré la valentía de
vivirla. Estar aquí me deja sospechar que huir del mundo, de la vida moderna,
no es necesariamente lo que quiero. Aunque este sea un pequeño paraíso
escondido, no se si un lugar así, tan a espaldas del mundo, sea el lugar en el
que quisiera vivir el resto de mi vida. Entonces, no me queda sino enfrentar el
mundo, es decir, enfrentarme, lo que hay en mi mundo. Lo que sale de mi. Si
huyo de mi misma, ese mundo solo estará lleno de huídas. ¿Será que pienso
demasiado? ¿Es otra forma de evitar la vida? El mar. Al mar!
Me estoy leyendo
"Nido Vacío" de la Inspectora Petra Delicado. Entretenidillo el
libro. ..."Protesto y protesto, sin saber muy bien contra quien. ¿Contra
Dios, el destino, la mala suerte, la genta, la vida, o el orden mundial?...
Creo en tan pocas que nunca encuentro tribunal al que apelar y siempre acabo
cargando la responsabilidad sobre mi misma... La felicidad consiste en tener un
buen carácter: sereno, equilibrado y humilde. Eso, mezclado a la carencia total
de aspiraciones, arroja un cómputo infalible: no se es desgraciado, sinónimo más
aproximado de ser en este mundo perro feliz" ..."Paso libre, adelante,
hay que aguantar y seguir en el camino, mientras las calles son las que
son..."
Anoche vimos
estrellas fugaces. Pedí muchos bonitos deseos. Mucha fuerza. Yo no quiero huir.
Se acaban los
días en este paraíso. Sigamos el viaje. Que a eso vinimos. A viajar.
Ver el mar.
Siempre llena el alma.
18 de agosto.
Capadocia.
Llevamos creo que
tres días en Capadocia. ¿Quieren conocer otro paraíso? ese es Capadocia. Tenía
miedo de las hordas de turistas, pero Capadocia es tan amplia que hay espacio
para todos. El clima es maravilloso. Basta de ese calor húmedo. Las noches
estrelladas son frescas, muy frescas, y los días soleados, pero no son
infernales!
Capadocia es un
lugar para caminantes, para caminar y perderse, para escalar, para reírse, para
ver la naturaleza y el tiempo, y la historia todo junto, todo. Uno alcanza a
ver el atardecer desde el tope de todas las montañas y se ve todo, todo, y el
sol entre las nubes y uno de pronto se siente un poco como Simba en el rey
león. Casi el rey de la selva, o tal vez lo contrario, pleno de ser tan
insignificante, tan mortal en medio de lo fuerte que es este paisaje construido
con el viento y sobre la piedra. O la arena. Tan insignificante en el tiempo.
En Capadocia se
recomienda hacer auto-stop y no tomar ningún tour guiado. Caminar mucho.
Estas son las
tierras de los caballos. Anatolia. La tierra también de las madres. Porque Ane,
es en turco, madre.
Estamos
quedándonos en Ürgüp con un señor couchsurfer que se llama Bruno. Bruno es
francés, de Nantes, tiene 53 años (los mismos que mi papá cuando se murió), es
cartero de profesión inicial, y luego de otras varias. Viena a Capadocia a
pasar el verano, por el buen clima y para ahorrar dinero. De barbas largas y
pelos alborotados, una barriga grandota y pies de elefante, Bruna va a centro
de la ciudad con su Scooter y fuma en las tardes en la mesa del patio mientras
conversa con sus huéspedes. De su trabajo como guía turístico aprendió ser un
gran host y así recomienda rigurosamente a sus huéspedes todos los días un plan
a seguir.
De sus
recomendaciones nosotros, entre la tranquilidad de Emre (un amigo turco) y
nuestra facilidad de perdernos y así perder el ritmo y la concentración hicimos
solo partes. Me gusta dejarme sorprender por el paisaje, y disfrutar del
camino. ver las flores, ir tomando moras de los arboles, moras gigantes y
jugosas, uvas de los viñedos que crecen en estas tierras que parecen áridas y
secas pero que en realidad son super fértiles o eso parece. Conversar con los
buenos hombres en el camino, que siempre ofrecen agua, limonada o te y así
ofrecen al mundo su esquina en medio de las rocas milenarias de Capadocia. ¿Para
que viajar si el mundo llega todos los días a ti?
Hoy nos hemos
levantado a ver los globos que vuelan sobre las rocas justo al amanecer. No
pudimos hacer Hitchhiking (lo que me recuerda al Autoestopista intergaláctica
de Adams) hasta el punto cercano donde se ve mejor todo, pero caminamos hasta
cerca de la casa con un perro que llamamos Tony, paticortico y blanquito.
No me hubiera
imaginado que existe un lugar todavía en el mundo en el que se puede hacer
Auto-Stop. Aquí está.
Creo que este es
el fin del relato. Hay fotos, muchas fotos. Y mas textos y algunos videos.
Esperemos que salgan a la luz algún día.
Turquía llenó mis
pulmones de buena energía. Ahora que venga lo que sea.