Solo pensamientos, historias por escribir para que luego no las olvide. O solo para sacarlas de la cabeza...

sábado, 23 de abril de 2011

Brújula

Estar perdido es también algo esencial para el viaje. Por eso antes los caminantes usaban las estrellas, los navegantes las brújulas y ahora en los autos y en los bolsillos gps's. 

Si uno decide dejar la silla del trabajo, los afectos cálidos y las  rutinas de la casa, el viaje siempre trae disrupciones. Todo empieza a cortarse, a moverse en círculos, a subir y bajar montañas. Por eso la brújula es el que da el norte, el oeste, el sur, el este. La brujula indica todo el tiempo que andas perdido. Que no se sabe cual es el camino, confirma entonces una desición. Cuando se tiene un mapa se va sabiendo a dónde y como y por cual lado. Con la brújula es intuición es seguir un plan, que puede cambiar en cualquier momento. Porque la brújula no indica el camino: indica solo direcciones y uno toma un camino. 

La brújula. El mapa. El cielo y las estrellas. El tiempo que corre y la noche que ennegrece el horizonte. Y uno, el viajante, caminando en zig zag, renuente a detenerse y atajar el camino recorrido, sentir el cansancio de lo en vano.

Pero siempre es un camino. A veces caminar sin rumbo, sin mirar la brújula aunque sabiendo que esta ahi. Atento al paisaje. Ese es el camino. La meta no importa pues siempre que hay un punto de partida hay puntos de llegadas. 

Y me lo repito. Hay que caminar. Hasta el final, asi no sepa cuando haya un final. Este tambien es un camino. Se hace, como dijo el poeta, camino al andar.

(Hoy recorrimos 450 millas. El GPS supo llevarnos por los paisajes. Yo se que es un viaje fisicamente correcto, seguro dará algunas pistas para el viaje en la cabeza y el corazón)

sábado, 16 de abril de 2011

Cuando voy de viaje

Me pasa cada vez mas frecuentemente que en los momentos cuando no debo, pienso lo peor. Imagínese que cruza un puente de palitos y que es de vida o muerte cruzarlo. Como estoy, si me dicen que no mire para abajo, es lo primero que hago y cruzo pensando en la caída.

Asi con la cabeza hacia el suelo y los pies contra el cielo en una feria de pueblo,viendo a Praga al revés, pense por un momento que pasaria si me quedaba ahi atorada sosteniendo la posición al revés con las ideas revueltas, o aun peor, si el seguro de la silla falla y uno cae, ni siquiera en caída libre sino tropezándose con el aparato entero: papilla.

Y ahora que me monto en un avión, y recuerdo el susto que me da volar: piense en una lata de sardinas que es lanzada de las manos de un niño a otro como un juego, asi la lata, el avión, puede caer en quier momento, perder el impulso, simplemente como una piedra, estrellarse contra el piso.

Por la ventana el cielo está azul. Es primavera, en algún lugar, no en Berlín, se disfruta de un dia de sol.

Ahora piense en una cebra para cruzar el semáforo. Mi viaje es de un lado del semáforo al otro. Que puede pasar mientras pasas la cebra con una fila de carros acelerando para arrancar? A cada paso pienso en si se me dobla un tobillo, o que tal si no levanto bien el pie, mi pie perezoso que a veces no calcula bien cuanto tiene que elevarse del suelo para dar otro piso, y si llevo paquetes caeré y no podré sostenerme de ninguna manera, y justo el semáforo ha cambiado y estaría perdida.

Voy volando por el canal de la Mancha. A la turbina no se le agota el impulso aun. A mi lado una señora no habla inglés, solo alemán. Al otro lado mi mamá y su español, y yo en la mitad.

Ahora estoy montada en el bus. Ahora no me imagino nada fatal aunque ya muchas series se han imaginado todo. Se cual es el paisaje que voy a ver hasta llegar a la gran ciudad.

Miraré para la izquierda cuando vengan los carros. Que no sea como esa chica del libro que murió atropellada por un bus por olvidar que aqui casi todo es al revés.

***El libro, se llama "Mañana en la batalla piensa en mi" de Javier Marías
***Esto lo escribi porque me da miedo volar en avión. De vez en cuando.

jueves, 14 de abril de 2011

Lo que va diciendo la primavera


"¿Ya te dije que la primavera es de lo más bonito que he visto? ¡Es hermoso! Hermoso ver como la naturaleza es asi, va creciendo con paciencia, sin comparaciones, cada hoja es diferente a la otra, pero crecen inevitablemente. Puede ser una metáfora de nuestras vidas, puede ser."

La gente sonríe sin razón. Sobre todo si hay sol. Yo lo hago aun cuando el cielo se pone gris y el viento azota las ramas de los árboles verdes y el viento fresco golpea mi rostro. Es increíble ver como los rboles reviven, no murieron con el frío, ni con el silencio, ni el rocío en forma de hielo. Ya conozco más vecinos, veo otros negocios: ese restaurante de la esquina es nuevo, seguro solo abre en primavera. La música suena. Gaitas en Alexanderplatz, Jazz en el Brücke, rock en el Parque. De nuevo entra por mi nariz el aire cälido, se siente extraño: no es que extrañe el invierno, la primavera es una grata sorpresa que se disfruta despues de los días de frío, de las miradas gachas, de las bufandas al cuello y las manos calentándose en los bolsillos. Recuerdo mis aires cálidos y tropicales. Ya caerán seguro de otra forma sobre mi.

Espero el valor, como el de los árboles que esperan con paciencia a florecer. Busco, sigo buscando. Sigo perdida, aunque estarlo es una forma de encontrarse. Y aunque no se muy bien qué quiero a estas alturas, por lo menos sé qué no quiero.

Me monto en la bici. Pedaleo y pedaleo por el camino al margen de la acera y de la calle. El viento trata de desbalancearme. No sólo mi cuerpo. Hay tsunamis que me acechan y quieren arrasar todo a su paso. Me sostengo al manubrio y cruzo el puente y sus corrientes fuertes. Una pareja de chicas se despiden en el camino, un beso volando que podría llegar a mi por efecto doppler pero que no me corresponde atraparlo.

Cuando no se que pensar del mundo y de mi vida escucho los Beatles. Me calman y me dicen al oído, que all you need is love, and here comes the sun.

Por skype me dicen Todo es posible. Mi mamá me escucha de nuevo en mis divagaciones y me dice con cariño lo que piensa. Me dice que hay que confiar.

Yo solo pienso en los árboles de primvera, que en la noche cuando nadie los estaba viendo explotaron. Sus hojas silenciosas en un bluff masivo para llena loz cielos de verdes brillantes.

Y si. Es lo mas bonito que he visto.

Si el mundo se esta acabando, el tuyo y el mio, el mundo, llenémoslo de belleza y poesia y arte. Valdría la pena vivir asi felices los últimos días.

sábado, 2 de abril de 2011

Praga


Tomar un carro con un checo al que no podía entenderlo. Me senté en la silla de atrás, al lado de una alemana entusiasta por hacer amigos y adelante un búlgaro que iba a emborracharse a la misma ciudad a la que yo iba de paseo y a visitar a un buen amigo. Praga.

Autopistas veloces, la noche de viernes y el fin de semana al frente. Una estación lejos, y el checo nos dice, tranquilos, que Praga no es como Berlín, solo tiene 3 lineas de metro. Hice una llamada, a dónde tengo que llegar, idioma incomprensible, inhablable si es que esa palabra existe. Finalmente 26 coronas para llegar a alguna estación. Hola, un abrazo, una bonita sorpresa. La noche, la plaza, en casa, una cerveza, y vamos de paseo por la noche de Praga.

Y empezamos a bajar la montaña. Cómo extraño las montañas, y empezamos a caminar por las callecitas de piedras y las luces amarillas, y ahi esta el castillo, y yo veo las puertas antiguas, las casas de colores tenues, la pintura de las paredes cayendose, un nivel freatico muy alto, digo. Y luego se escucha el río, un rio fuerte, y esas calles solo para nosotros como si fuera un set de película cuando la grabación se ha acabado. Y nos preguntamos quienes viven en esas casas, y seguimos caminando, y yo no entiendo la forma de la ciudad, es la noche, son las risas, son los pasos en medio de la conversación, aun no la entiendo, este paisaje de cuentos de hadas. Una carpa y una fiesta en medio de un parque, luego un bar rojo, una cerveza por alli, otra por allá. Tomar el tranvía antiguo como de juguete, y los checos malacarosos, las niñas pálidas como princesas de ojos azules, y los chicos de pelos largos y barbas monas. Como príncipes y princesas en el tiempo off de la película.

Un amanecer gris, un sábado con la ciudad expectante, ansiosa por sus turistas. Yo soy una mas, entonces vamos donde está la masa. Y tomamos otras calles y volvemos al castillo, y sonreímos en el castillo, y odiamos a los demás turistas. Lo bueno de las ciudades con montañas es que es fácil tener un mirador asi este sea muy popular, para entender la ciudad y sus formas y sus techos y alturas. Las casas en la luz del día, asi sea gris, cargan sus colores de luz, sus formas de góndolas y peces de bocas grandes, sus puertas y forjas. Lo viejo se hace viejo, y lo nuevo, permanece esperando el nuevo tiempo que volverá sobre ellos. Y entonces huyendo de la masa de turistas vamos a la feria. Metro, tranvía. Es lejos, aunque uno siempre toma menos de 20 minutos de un lado a otro. Es como un pueblito, y la imagen del cuento de hadas permanece.

Llegamos a la feria y todo es felicidad. Volver a ser niños, porque los recuerdos no envejecen, asi seamos dos jovenzuelos que nos negamos a envejecer. Y buscamos los carros chocones, y luego un algodón de azucar. Y yo miro expectante los aparatos de altura y velocidad, y sonreímos, y bueno que si, y veo una ciudad con los pies en el aire mas del tiempo deseado, pero sonriendo, y pensando en cómo sería la caída desde esa altura, y otras vez abajo y de nuevo a arriba, y esta ciudad se ve muy grande, y el parque a un lado, lleno de árboles y un verde tímido de una primavera temprana, y los carros remolques de la feria, y pienso en los freaks, y en esas malascaras de los que atienden cada juego, y en familias de ciudad en ciudad, nómadas, y en esta europa del este tan diferente ya de lo que nosotros conocemos, todo esto mientras tengo las piernas al cielo y la cabeza hacia la tierra en una atracción “High voltage” que se demora demasiado, porque ya he pensado demasiado. Basta!


En tierra de nuevo una cerveza, vamos al parque, y caminemos y encontramos el barco pato, y los patos que caminan al lado de las chicas, y que luego cruzan la calle, como si de ellos fuera la ciudad entera: los patos son los dueños de Praga, el tráfico se detiene y tres patos en fila cruzan la calle. Seguimos caminando y encontramos las mansiones y las embajadas, y un restaurante chino, en checo, la chica, culquier idioma que hablara no importaba, china, creo, estaba viendo sus novelas en el pc en chino. Estabamos interrumpiéndola. No entiendo eso del cambio, coronas, euros, luego pesos. No se que es barato y que es caro. Simplemente mas bien no pienso en eso. Imagínense, 69 coronas por el plato, y de tomar alguna cerveza de 35 o menos coronas, y yo aquí pagando 3 euros por una cerveza, y en Colombia 3000. A todas estas las coronas dónde están en el sistema de conversión. No lo entiendo, es díficil. Vamos a casa. La noche se llena de zombies, y preferimos quedarnos en casa. No queremos aguantar las noches frías que se devuelven de la primavera a los recuerdos del invierno.


Medio dia. Es domingo 27 de marzo y hay cambio de horario. El chico que anda con las instrucciones de su reloj en la mochila es mi amigo. Vamos otra vez a la ciudad de los turistas. Vamos. El puente de Carlos, con los soldaditos y los bares del medioevo. Cielo azul y primaveral. No se porqué viajar me llena de sonrisas, empiezo a preocuparme. EL puente de Carlos es como el puente de las artes en París, solo que Praga es mas íntima que París, no sale en tantas películas, y es igualmente bella y romántica. Se ven por ahi las parejas, tomadas de la mano, lunas de miel soñadas. Y el río y el sol y el cielo azul. Vamos, vamos, salgamos de donde los turistas y los enamorados, vamos a caminar por este barrio, y el mapa medio roto y las guías que nos dicen. Vamos al barrio Judío, ahi despues de Cartier, y aun mucho turista, y esas casas grandotas y las otras mas pequeñas a las que solo les falta el techo de paja.

Sigamos caminando, vamos, vamos. Un parquecito persiguiendo el sol, una cerveza, y el sol primaveral. Edificios de todos los colores pasteles, ¿Sabes? Abajo están restaurados, y arriba no. Por eso me gusta esta ciudad, se le ve el tiempo, me gustan las montañas, y el río, si tambien el río.

Vamos sigamos caminando encontremos un lugar rico para comer, y una viejita que habla en varios idiomas, y nosotros nada de checo, aunque tu hablas tres palabras que siempre son útiles. Vale. Unas carnes de cerdo buenisimas. Menos mal el menú esta en todos los idiomas, aunque no en español.


Es hora de irme. Despedirse siempre es triste. De la ciudad, de los amigos. Adiós Praga, espero volver pronto. Adiós! Nos veremos pronto!

Llegar a Berlin, sonreir. En serio, me gusta tanto pasear como respirar.