Solo pensamientos, historias por escribir para que luego no las olvide. O solo para sacarlas de la cabeza...

jueves, 29 de noviembre de 2012

29 el 29

Ya he dicho muchas veces que no me gusta cumplir años. Pero yo he cambiado, o mas bien he aprendido. He aprendido otras cosas. Y aunque ahora no llega sino las nostalgia que se aloja como un vacío que busca llenarse hasta aguar mis ojos, y me siento triste, triste, entonces voy a hacer una lista de las cosas bonitas que descubrí en el último año.

- Sigo intentando hacer las cosas por mi y solo por mi. Es una lección larga de aprender. Pero cada vez se aprende mas.


- La vida es ya. No hay que esperar a que suceda nada. Porque ya esta sucediendo.

- Voy a disfrutar, asi a veces me sienta muy triste y asi a veces no quiero seguir con la vida y así todo sea gris y así las cosas no sean perfectas como me gustarían.

-Los mundos perfectos no existen ni en Disney. Siempre hay un malvado, y en mi vida no hay ni príncipes azules, ni castillos de cristal. (Así a veces lo parezca y aun me lo crea)

- No se que quiero existencialmente, pero tengo unas pistas de lo que no quiero y de lo que quiero hoy, a cada segundo. Por ejemplo, ahora quiero llorar.

-Talento es adaptar el talento a las circunstancias.

- Lo que ha pasado en mi vida, ha sido mi culpa y mi logro. De nadie mas. Como dice Amparo Grisales, nadie me quita lo bailao'

- Quiero ver el mar una vez al año por el resto de mi vida y los años que me queden.

- Hasta la remolacha me está empezando a gustar.

- Quiero escribir.

- No voy a vivir del arte, pero mientras tenga y decida ejercer ese oficio, me lo voy a parchar. Y no quiero hacer nada aburrido. Tiene que ser divertido.

- Kopfkino: lo que está en la cabeza, no sucede en el mundo real.

- Nunca voy a estar lo suficientemente vieja para nada. La vida da tantas vueltas y aun hay tantas por rodar.

- Tengo miedo de envejecer y darme cuenta que no hice las cosas que quise y que no amé lo suficiente y que no enfrenté la vida y que huí de mi misma. Entonces quiero amar sin medida, hacer todo todo lo que quiero, y enfrentar los mas terribles miedos.

- Nadar me tranquiliza. Meditar me estabiliza. Yoga me hace fuerte. Tengo que practicar mas las dos últimas.

- Llevar mis decisiones hasta las ultimas consecuencias. Aunque siempre puedo dejarlo todo, hacer hasta lo último por intentarlo. De pronto al final no es tan terrible.

- Este año tuvo bonitos amigos y muy buenos amigos, muchas sonrisas, mucho amor, mucha buena comida, conversaciones preciosas con la mujer mas importante en mi vida (mi mamá), mucha buena música, mucha inspiración, mucha admiración, muchas metas propuestas, logradas y cumplidas.

- Quiero estar tranquila. Y haré todo lo posible por estar así.

- Quiero volver a Colombia. Un día. Esa es mi tierra y mis recuerdos.

- Mientras tanto muevo mis pies como raices liquidas.

- Extraño mucho a mi papá. Pero ahora sé que cosas bonitas y otras complicadas heredé de el. Y eso me hace sentir menos sola.

- Me gusta sentirme guapa. Me gusta mi cuerpo. Me gustan mis carnes.

- Me gustan los placeres terrenales.

- Hay que creer en la magia para que exista. Y hay que emborracharse de belleza para no ahogarse en la rutina.

Cumplir 29 años el 29. Eso es como pasar de un milenio a otro, cumplir 50 años. Sucede una vez. Y mientras me acerco a los 30 precipitadamente no puedo sino estar agradecida por un último año muy intenso.

Y esto parece que sigue. 

miércoles, 7 de noviembre de 2012

La Washingtonstrasse



Desde Goetheplatz tomamos la Schwanseestrasse, la calle del lago de los cisnes. Decimos adiós mientras pasamos por la piscina, porque no hay cisnes y yo tomo a la izquierda la Washingtonstrasse. La Washingtonstrasse con una pequeña subida y que se lee con V y no con W, me gusta en las noches porque siempre está sola. Además por que por esa misma calle llegué caminando la primera vez que llegué sola a Weimar, porque ya era el día de quedarme, dejar Berlín y empezar una vida en esta ciudad. No tenía muchas expectativas. Estaba más bien resignada cumpliendo los planes trazados. No sabía que esperar, no sabía que iba a pasar al siguiente día. Esa noche caminé desde la estación, tenía la mochila muy pesada y tomé la Washingtonstrasse siguiendo la recomendación de Googlemaps como camino mas corto para llegar a mi casa. Entonces cada vez que paso por ahí me acuerdo de esa noche, por la oscurasola noche de esta ciudad. Entonces estaba hoy en mi bici, y le dije adiós y pedaleé con ganas para subir por la Washingtonstrasse, y entonces sentir el vientecito frío mientras mis piernas tiemblan del esfuerzo y digo para mi misma, tengo que hacer mas deporte, pero sigo, pedaleando, y es ahi cuando pasa, siempre que paso por la Washington strasse, que después de subir siento el olor, de los recién bañados, de vapor del baño de los que toman el baño en la noche, el olor de shampoo que inunda la noche, la luz de las lámparas, el viento hasta mi nariz.

Cierro los ojos. Y ahí me quedo un segundito, en la mitad de la noche, en la mitad de la calle... tan afuera, tan adentro de cualquier piso de cualquier vecino de la Washingtonstrasse.

Entonces sigo despacio, porque aunque ya voy a llegar a casa, me gusta ir por la Washingtonstrasse cuando huele a baño caliente, noches húmedas, calor de hogar, final de un largo día. Luego llego a la Erfurter Strasse. Justo en la esquina es mi casa. Miro al último piso para sospechar quien hay en casa, ya no huele al recién bañado, ya quiero llegar a casa. Me apuro. Siento de nuevo el frío, las piernas cansadas, el sudor por mi espalda. Ya quiero llegar a casa. 

lunes, 5 de noviembre de 2012

The fool on the hill




Ya no me acuerdo cuándo fue exactamente. Me acuerdo de una tarde fría de primavera, tal vez verano, queríamos el punto más alto de Londres para ver el atardecer. Estábamos los que éramos en ese entonces, desconocidos y conocidos que una ciudad pone juntos y revueltos para pasar días para sobrevivir a la distancia y a la soledad. Había sido una tarde loca y la colina era lejos, muy lejos. O así me pareció. Nos montamos en cuanto tren pudimos y desde allí con el viento en la cara el tiempo pasó despacio mientras las nubes iban lentamente cambiando su forma y sus colores y la ciudad abajo iba prendiendo lucecitas una a una como en un juego, para ayudar a la oscuridad a ver mejor. En el mismo lugar muchos años antes, en la misma colina, estaba Paul, según cuenta la leyenda y mientras buscaba a su perra Martha, vio un hombre de traje, solo un momento o un Augenblick como dicen en alemán, cruzaron un saludo, pero después el extraño hombre desapareció. Dice la leyenda que en esa colina, Primrose Hill, nace la canción que Paul escribió después, The Fool on the hill y que yo en mis días de invierno temprano he descubierto mientras observo el gris de las nubes que cambia mostrando una increible variedad de grises nunca antes vista ...Sees the sungoing down , And the eyes in his head, See the world spinning around.. . Y miro las nubes, como las miré ese día y pienso en el mundo como el The fool, y veo la luz del sol que se mueve rápido en mi cuarto, las nubes corren rápido una detrás de otra y no despacio como esa tarde de esa primavera y quién sabe si cómo Paul ese día las vió. The fool parece ser el extraño señor de Primrose Hill, donde una vez yo estuve viendo el atardecer, después de caminar esa Londres que como un espejismo se esfuma apenas uno la quiere tocar. Y mientras The Fool suena como un mantra, mi mente va lejos en la memoria, al olor de la madera del techo, al sonido del disco en el tocadiscos, a la voz gruesa de mi padre, a las tardes de domingo y mucho sol.


La misma colina, una canción y mis recuerdos en los días grises que pasan por la ventana.