Hoy miré por la ventana a las 6 de la mañana. Me desperté cuando los camiones que limpian la nieve pasaron limpiando el mierdero que queda cuando después de cuatro días de lenta y persistente nevada, comienza lentamente a descongelarse. Las máquinas lograron colarse en mis sueños intranquilos con sus sonidos ensordecedores. Me desperté de un susto y no pude dormir sino hastas que tenía que levantarme de nuevo. No son solo cuatro días de nieve, sino que van tres meses de nieve intermitente. Casi un año de mi vida en Weimar. Un mes de trabajo sobre un nuevo proyecto casi 7 dias a la semana, casi 12 horas diarias. Con pausas pero no tantas. El clima no deja, no dan ganas. Estoy ahora en mi cama. Me estoy tomando un chocolate caliente, que ya está tibio. Mi cuerpo me pide a gritos que no trabaje mas en lo mismo, que necesita sol, y que por favor no me estrese.
Bueno, por fortuna tanto trabajo tiene una razón, y es que estoy a tres días de estar en la que antes fue mi casa, y que ahora sigue siendo mi casa, pero es mas de mi mamá que mía. En un clima espero mas benévolo, con mas sol, con tormentas tropicales. Veré esas montañas de mi ciudad con su verde jaspeado cada vez mas y como una invasión, por el color ladrillo. Digamos que me voy de mi casa, y vuelvo a mi casa. Desde ya siento el olor, el aire caliente y mi cuerpo se estremece de tanto deseo. Tal vez será que por eso mi cuerpo me dijo, no mas. Desde ayer tengo la cabeza funcionando a medias, una náusea nerviosa, un no se que lleno de nostalgia, felicidad, mezclada con cansancio. Si por mi fuera lloraría mientras me abrazan toda la noche.
Pero no es que esté triste. Al contrario. No puedo sino estar feliz. Esta nueva vida, en esta nueva casa, una casa que se hace cotidiana y cómoda, con los amigos alemanes, y otros tantos de otras partes del mundo, con el amor cerquita cerquita a pesar de los kilometricos que nos separan que son muchos pero que se sienten a veces poquitos, con quien me acompañe en mis cuitas y aventuras, con una segunda casa y otros tantos amigos en Berlin... en fin. Parece que por donde uno va, va dejando pedazos de la casa, extensiones del corazón, antenas del corazón que traen las señales de las buenas ondas para poder seguir caminando.
Estoy contenta porque estoy trabajando en una animación, una animación linda, linda. Porque trabajo con alguien, una lucecita de la buena suerte, y asi el trabajo se llena de sabor, historias, musica, buenas energías. Porque llegué hasta tan lejos, una ciudad como una casa de muñecas, en medio de Alemania, porque hablo finalmente alemán sin que muera de vergüenza a cada vez. Si. Porque ya se porque vine hasta tan lejos.
Pareciera que volver me llena de ansiedad, volver para volver. Ir y volver. No se de donde me voy y a donde llego. Probablemente Colombia se este volviendo temporal y lentamente en el lugar al que voy para regresar de nuevo (una y otra vez). Entonces pensando en que un mes y medio es muy poco pienso todas las cosas que quiero hacer. Quiero ver a los amigos, a los que se dejen ver, quiero disfrutar mucho mi familia, tomar todo el sol posible, comer cosas deliciosas, pero sobre todo, sentir la tranquilidad de hace tantos años, que me ataca hoy en la distancia, en esta nueva casa no tan nueva, con melancolía y nostalgia. Viajar y contemplar el camino.
De pronto esta ansiedad mezclada con tantas cosas solo es el vacío a punto de ser llenado con paisajes y rostros conocidos pero revisitados. Re-correr y des-andar los pasos. Para que cuando regrese a esta misma cama desde donde escribo, sienta el peso real de tener la cabeza y el corazón conmigo a donde quiera que voy. (Y asi como un caracol, la casa a mis espaldas)
Solo pensamientos, historias por escribir para que luego no las olvide. O solo para sacarlas de la cabeza...
lunes, 25 de febrero de 2013
Un tercio de vida
Hace un tercio de vida te fuiste de mi vida. De nuestra vida. Mas de un tercio de vida. Cada día que hoy son muchos, tu recuerdo se hizo mas grande, tu realidad mas lejos. Hoy después de nueve años la vida sin duda siguió, el mundo no se acabó, el despertador sigue sonando cada mañana.
Después que te fuiste terminé la universidad. Hoy no soy exactamente artista, aunque eso sea lo que haya estudiado. Soy de nuevo estudiante. Y ya no vivo en la casa, con todos, sino que estoy lejos. Me busqué un trabajo del que disfrutara mucho como tu solías decir: el trabajo es tan maluco que le pagan a uno, por eso uno debería buscarse uno no tan aburrido. Entonces me divertí como loca, aprendí del trabajo, encontré un oficio. Lo dejé, lo reencontré. Hoy estoy lejos de esa vida, lejos de la ciudad donde crecimos bajo tu cuidado, hoy estoy sola, sola sin ti, sola sin muchos otros, pero conmigo.
La vida sería otra contigo a mi lado aún. Pero lo que aprendí sin ti, fue tan grande como lo que aprendí de ti. Hoy lo que fue tu casa no es mi casa, aunque sea mi familia. Hoy ya no soy tu niña, hoy soy una mujer.
En mi te observo a veces y eso me llena de orgullo. A veces quisiera que me vieras, ¿me ves desde alguna parte? ¿Sabes lo que hago? Ya no estás para verme, ya no estás para aprobarme ni aplaudirme. Sin embargo a veces miro a la nada preguntándome cual hubiera sido tu opinión, tu solución.
Solo a veces. Porque se que dentro de mi, y dentro de nosotros están todas las repuestas. Hubiera querido que viviéramos mas juntos, que me vieras sonreír con todas las cosas que hago, que vieras mi nombre en los créditos de la televisón, en un diploma, en una visa, en un tiquete de ida y vuelta para ir y volver de casa y llegar al mismo tiempo a casa.
Hoy después de nueve años, después de recordar una y otra vez esa mañana en la que te fuiste de repente, después de desear que todos los papás del mundo se fueran y asi que todos los hijos, sintieran lo que yo sentí, solo puedo honrar a los vivos. Recordar la vida. Vivir la vida, mi vida y toda la gracia que hay en vivir.
Entonces pongo una canción de los Beatles, miro los trenes pasar, pienso en tu sonrisa, en tus manos grandes. Le echo tabasco a la comida. Escucho a los demás. No escucho a veces también. Mi memoria es de papel. Llamo a la mamá. La miro a los ojos, asi no la esté mirando, y entiendo porque te enamoraste de ella. Miro a mis hermanos, me veo en ellos, te veo en ellos, leo nuestras historias, recuento los días. Sueño nuevos sueños. Tengo miedo. Pero me hago la que no tengo. Quiero salvar al mundo y mas bien no lo hago.
Va a llegar un día en el que mi vida sin ti, será mas larga que la vida contigo. Un tercio de vida es mucho, es poco, depende cuanta vida haya.
Antes hubo mucha. Después mas.
Después que te fuiste terminé la universidad. Hoy no soy exactamente artista, aunque eso sea lo que haya estudiado. Soy de nuevo estudiante. Y ya no vivo en la casa, con todos, sino que estoy lejos. Me busqué un trabajo del que disfrutara mucho como tu solías decir: el trabajo es tan maluco que le pagan a uno, por eso uno debería buscarse uno no tan aburrido. Entonces me divertí como loca, aprendí del trabajo, encontré un oficio. Lo dejé, lo reencontré. Hoy estoy lejos de esa vida, lejos de la ciudad donde crecimos bajo tu cuidado, hoy estoy sola, sola sin ti, sola sin muchos otros, pero conmigo.
La vida sería otra contigo a mi lado aún. Pero lo que aprendí sin ti, fue tan grande como lo que aprendí de ti. Hoy lo que fue tu casa no es mi casa, aunque sea mi familia. Hoy ya no soy tu niña, hoy soy una mujer.
En mi te observo a veces y eso me llena de orgullo. A veces quisiera que me vieras, ¿me ves desde alguna parte? ¿Sabes lo que hago? Ya no estás para verme, ya no estás para aprobarme ni aplaudirme. Sin embargo a veces miro a la nada preguntándome cual hubiera sido tu opinión, tu solución.
Solo a veces. Porque se que dentro de mi, y dentro de nosotros están todas las repuestas. Hubiera querido que viviéramos mas juntos, que me vieras sonreír con todas las cosas que hago, que vieras mi nombre en los créditos de la televisón, en un diploma, en una visa, en un tiquete de ida y vuelta para ir y volver de casa y llegar al mismo tiempo a casa.
Hoy después de nueve años, después de recordar una y otra vez esa mañana en la que te fuiste de repente, después de desear que todos los papás del mundo se fueran y asi que todos los hijos, sintieran lo que yo sentí, solo puedo honrar a los vivos. Recordar la vida. Vivir la vida, mi vida y toda la gracia que hay en vivir.
Entonces pongo una canción de los Beatles, miro los trenes pasar, pienso en tu sonrisa, en tus manos grandes. Le echo tabasco a la comida. Escucho a los demás. No escucho a veces también. Mi memoria es de papel. Llamo a la mamá. La miro a los ojos, asi no la esté mirando, y entiendo porque te enamoraste de ella. Miro a mis hermanos, me veo en ellos, te veo en ellos, leo nuestras historias, recuento los días. Sueño nuevos sueños. Tengo miedo. Pero me hago la que no tengo. Quiero salvar al mundo y mas bien no lo hago.
Va a llegar un día en el que mi vida sin ti, será mas larga que la vida contigo. Un tercio de vida es mucho, es poco, depende cuanta vida haya.
Antes hubo mucha. Después mas.
viernes, 8 de febrero de 2013
Insatisfacción
Seguro alguna vez leí algo parecido a lo que voy a escribir. Seguro ya lo han dicho, seguro usted también se ha sentido asi. Y seguro, solo repito y repito. Antes cuando vivía allá, en mi tierrita, soñaba con viajar lejos, conocer “el mundo”. Y luego, hoy cuando estoy en el mundo, sueño con volver, con seguir buscando. Irme para volver, volver, para desear partir de nuevo. Para añorar ese lugar que he dejado, para seguir mirando mas allá de estos pies que pisan este suelo, de estas nubes que cruzan por la ventana, mas allá que estos horizontes, por qué no volver a los horizontes color ladrillo, a las montañas que me ahogaron alguna vez, al calor que tanta falta me hace. O tal vez no tan lejos, tal vez aquí mas cerquita, en un pueblito aún más anónimo, de nuevo en un idioma que no entiendo, otra vez sentirme extranjera, otra vez empezar de nuevo, otra vez desde cero. Buscar y buscar, y al final, nunca encontrar.
Entonces para la insatisfacción me receto chocolates, pelis bonitas, poesía, amores duraderos, noches profundas y oscuras, orgasmos largos, euforias alcohólicas, tal vez salir corriendo detrás de un bus, o solo correr para la salud. Nadar para la calma. Estar sola, o tal vez con mucha gente.
Pero no, igual. Sigo buscando sin encontrar, como un pajarito desorientado que perdió su bandada, no encuentra ni el sur, ni identifica el sol cuando sale al amanecer.
Para la insatisfacción nos recetamos irnos de compras, hipnotizarnos con los artilugios del mundo moderno, llenar la vida de emociones que temporalmente nos hacen creer que todo esta bien. Sin saber muy bien cual es el estado bondadoso de la vida. Esta vida moderna que nos hizo creer que había que llegar a un estado, que había que buscar la experiencia, la sabiduría, el estatus, la competencia. Que el amor es como en una comedia romántica, las rupturas como en una novela venezolana, el glamour como en una alfombra roja.
Pensé que había dejado de buscar. Y temí mientras tanto dejar de soñar. Ahora no se dónde están los sueños, los tesoros ya encontrados, menos el mapa para seguir buscando.
Olvido en las noches, pero en las mañanas me acuerdo de nuevo.
Estoy cansada de buscar. Estoy cansada de nada y de todo.
Entonces para la insatisfacción me receto chocolates, pelis bonitas, poesía, amores duraderos, noches profundas y oscuras, orgasmos largos, euforias alcohólicas, tal vez salir corriendo detrás de un bus, o solo correr para la salud. Nadar para la calma. Estar sola, o tal vez con mucha gente.
Pero no, igual. Sigo buscando sin encontrar, como un pajarito desorientado que perdió su bandada, no encuentra ni el sur, ni identifica el sol cuando sale al amanecer.
Para la insatisfacción nos recetamos irnos de compras, hipnotizarnos con los artilugios del mundo moderno, llenar la vida de emociones que temporalmente nos hacen creer que todo esta bien. Sin saber muy bien cual es el estado bondadoso de la vida. Esta vida moderna que nos hizo creer que había que llegar a un estado, que había que buscar la experiencia, la sabiduría, el estatus, la competencia. Que el amor es como en una comedia romántica, las rupturas como en una novela venezolana, el glamour como en una alfombra roja.
Pensé que había dejado de buscar. Y temí mientras tanto dejar de soñar. Ahora no se dónde están los sueños, los tesoros ya encontrados, menos el mapa para seguir buscando.
Olvido en las noches, pero en las mañanas me acuerdo de nuevo.
Estoy cansada de buscar. Estoy cansada de nada y de todo.
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