Cuando era
pequeña, me gustaba calcar los dibujos de los libros, y coleccionar las calcas
una tras otra. Casi siempre eran animales, con los que soñaba conocer,
descubrir, aprender todo de ellos. Nunca aprendí a dibujar muy bien, pero
calcar era de mis actividades favoritas. Soñaba también con tener una
biblioteca propia, con los libros marcados y organizados como en una biblioteca
real. Así sabría donde estaba cada libro, y si ya lo había o no leído. Quería
tener un inventario de cada cosa, cada libro, cada dibujo. Las cosas que le
gustan a uno, llegan a ser infinitas. Recuerdo que a mi papá le gustaron los
trenes, la pesca, la fotografía, la música, los computadores, la construcción,
la guitarra, los paseos, lo popular, los sonidos de los pájaros, las láminas
para enmarcar, el bricolaje, la carpintería, coleccionar libros, herramientas,
coleccionar monedas, portavasos, mezcladores, estampillas, antigüedades. Cuando
tuvo internet, coleccionaba páginas web impresas, imprimía correos, y hacía
backups obsesivamente. Le encantaban los documentales de animales,
especialmente de gorilas, micos y orangutanes. En cambio a mi mamá no. Mi mamá
gustaba de coser y hacer crucigramas. Ahora hace mahjong y sodukos. Pero
volvamos a las colecciones. También coleccionaba relojes. Y alguna vez
coleccionó tarjetas de teléfonos francesas. Libros viejos, cacharros viejos,
basura. Entre sus tesoros había un cocodrilo disecado, un boomerang, y un
carriel con todas las cosas que un carriel debe tener y que cada que íbamos de
vacaciones arreglaba con mucha paciencia para llevar. Los hobbies, eran
temporales. La mayoría. Siempre gustó de la música y de la tecnología. Pero por
ejemplo nunca lo vi pescar. Nunca supe como sacaba una foto en el cuarto
oscuro. Solo unas veces que se confunden con la fantasía, recuerdo su sonrisa después
de cantar adelita al ritmo de la guitarra. Mi papá gustaba tanto de las cosas,
como también las olvidaba con la misma intensidad, o la vida, tal vez, la vida
como a mi ahora, hacían olvidarle de las cosas que gustaba, de los buenos y
sensatos propósitos de hacer las cosas que a gusta de hacer.
Si tal vez es
eso. Solo que yo añoro algo que el si tuvo y yo no. Cuando mi papá tenía 29
años, ya trabajaba, estaba casado y tenía dos hijos. No es que yo quiera vivir
la vida como el la vivió. Pero si yo tengo la gran oportunidad que el no tuvo, de tener el tiempo para hacer lo que
yo quiero, ¿por que sigue atravesándose la vida en las listas eternas de cosas
que quiero hacer y que solo empiezan y terminan con esa misma lista escrita? Es
la vida como excusa, es la excusa como forma de vida. Es asi. Postergo cada
cosa que quiero, olvido lo que quiero, sobre todo nunca recuerdo, por qué lo quiero. Y me castigo por lo que no hago y
me sigo castigando con no hacerlo. Sobre todo, no me atrevo a soñar, porque
tengo miedo de no lograrlo.
Lo que si se, es
que mi papá se murió cuando dejó de soñar. Y eso fue mucho tiempo después de
soñar incansablemente, de vivir tan intensamente, de querer hacerlo todo en
suspiros, es pequeños sueños. Se tragó su vida, el mundo, y la vida de los
demás demasiado rápido y tal vez murió asi de rápido. Siempre soñó con una muerte
fulminante que también logró.
Pero si me
preguntan yo que sueño, yo solo sueño en las noches, las que se hacen más
largas, precisamente porque los sueños se me escapan.