Solo pensamientos, historias por escribir para que luego no las olvide. O solo para sacarlas de la cabeza...

jueves, 19 de febrero de 2009

Más, más

Los pies me duelen. Tengo ampollas. Ya me acuerdo porque no me pongo faldas. Tengo una lagrimita saliendo del ojo izquierdo, y una sonrisita en la boquita. Un morado en una pierna. Estoy llena porque finalmente me comí unos champiñones glaseados. Ya hablé con mi mamá. La lágrima se ha secado y no cayó pesada por el cachete. Son lágrimas volátiles.

Pasó una moto. Casi me pisa. Pasé San Juan, y casi me pisan, todos los buses, todos los carros. A cada susto, una lágrima, porque por mas lagrimas que tenga, no me quiero morir, así pareciera que el subconsciente me traicione, cruzando calles cuando los semáforos de carros están en verde.

Ray Bradbury dice que uno debe escribir como si fuera lo último y lo primero que reste por hacer en la vida. Me cae bien ese Bradbury. Todavía huelo el viento marciano, y veo los colores desérticos. Tengo un libro empezado, que no recuerdo como se llama. Lo compré en un ataque compulsivo, casi obsesivo por Bob Dylan. Tengo otro, Viaje a Sicilia con un guía ciego, que deje hace cerca de un mes en Siracusa. O sea, casi al principio. Retomé a Gurb, pero me detuve en el acto. Parece que no me va bien ahora ni leer, ni escribir de corrido. Aun así lo intento.

El otro día llegué de trabajar a las 11 de la noche, y encontré que afuera de mi casa, pintaron las señales de la calle, y además pusieron un: “ronpoing, glorieta, roundpoint, rowboy”, virtual. A la noche siguiente, habían puesto ya los estoperoles, esos quesitos gigantes amarillos, para que la glorieta pintada en el piso, sea respetada, por los carros, y hasta por los peatones, porque no hay lugar más peligroso para un peatón, que un espacio neutro virtual. Al día siguiente, había 6 mujeres y un tipo alto, midiendo cada rayita de la glorieta con un aparatico parecido a un cascabel rodante, de esos que teníamos de niños, y ahí estuvieron un rato, y ni que fuera la glorieta más grande de Medellín. Y todo eso dizque para solucionar ese cruce que es muy difícil: 25 años viviendo en el mismo cruce y recuerdo más accidentes en el cruce de más abajo que es normal (tipo cruz) que en este que parece unas estrella de David desproporcionada. El resultado es que ahora bajan los carros y todo se detienen frente a la virtual glorieta, solo pensando que hacer. Antes, que era sencillo, hacer solo el pare. Podría apostar un incremento exponencial en los accidentes, y no porque le desee mala suerte a alguien, sino porque una glorieta virtual es un invento colombiano para no hacer una glorieta de verdad, y suponer que un circulo hace mejorar la circulación.

}






Y ahora no puedo girar a la izquierda sin toparme con los quesitos amarillos, y seguro, si me ve un tránsito me parte.

Y parece que hoy estoy más, más que siempre: más alegre, más llorona, más gritona, más intensa, más hormonal, más sensible, más todo. (Son muchas tildes para todos esos más)

No hay comentarios: