Solo pensamientos, historias por escribir para que luego no las olvide. O solo para sacarlas de la cabeza...

miércoles, 7 de noviembre de 2012

La Washingtonstrasse



Desde Goetheplatz tomamos la Schwanseestrasse, la calle del lago de los cisnes. Decimos adiós mientras pasamos por la piscina, porque no hay cisnes y yo tomo a la izquierda la Washingtonstrasse. La Washingtonstrasse con una pequeña subida y que se lee con V y no con W, me gusta en las noches porque siempre está sola. Además por que por esa misma calle llegué caminando la primera vez que llegué sola a Weimar, porque ya era el día de quedarme, dejar Berlín y empezar una vida en esta ciudad. No tenía muchas expectativas. Estaba más bien resignada cumpliendo los planes trazados. No sabía que esperar, no sabía que iba a pasar al siguiente día. Esa noche caminé desde la estación, tenía la mochila muy pesada y tomé la Washingtonstrasse siguiendo la recomendación de Googlemaps como camino mas corto para llegar a mi casa. Entonces cada vez que paso por ahí me acuerdo de esa noche, por la oscurasola noche de esta ciudad. Entonces estaba hoy en mi bici, y le dije adiós y pedaleé con ganas para subir por la Washingtonstrasse, y entonces sentir el vientecito frío mientras mis piernas tiemblan del esfuerzo y digo para mi misma, tengo que hacer mas deporte, pero sigo, pedaleando, y es ahi cuando pasa, siempre que paso por la Washington strasse, que después de subir siento el olor, de los recién bañados, de vapor del baño de los que toman el baño en la noche, el olor de shampoo que inunda la noche, la luz de las lámparas, el viento hasta mi nariz.

Cierro los ojos. Y ahí me quedo un segundito, en la mitad de la noche, en la mitad de la calle... tan afuera, tan adentro de cualquier piso de cualquier vecino de la Washingtonstrasse.

Entonces sigo despacio, porque aunque ya voy a llegar a casa, me gusta ir por la Washingtonstrasse cuando huele a baño caliente, noches húmedas, calor de hogar, final de un largo día. Luego llego a la Erfurter Strasse. Justo en la esquina es mi casa. Miro al último piso para sospechar quien hay en casa, ya no huele al recién bañado, ya quiero llegar a casa. Me apuro. Siento de nuevo el frío, las piernas cansadas, el sudor por mi espalda. Ya quiero llegar a casa. 

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