Definitivamente a mi me cautiva conocer el mundo y su funcionamiento.
Mi papá decía que uno se tenía que dedicar en la vida a una sola cosa. Y era lo que uno sabía. El se dedicó toda la vida a vender teléfonos, de una forma simple y sencilla de decirlo, y mas especializada, el vendía telecomunicaciones.
De niña ir a la oficina de mi papá era como ir a un museo de la ciencia. Había muchos aparatos, teléfonos con botones grandes y computadores y máquinas de escribir. Poco recuerdo de esos años, recuerdo muchos aparatos color crema, color años ochenta, de ese acrílico crema con el que se fabricaban los cascos de los aparatos electrónicos.
GTE en letras cuadradas en la entrada de la oficina.
Yo recuerdo un día que en mi casa un día cambiaron el número del teléfono cuando yo estaba donde una amiguita pasando la tarde. Cuando llamé a que me recogieran el teléfono lo habían cambiado. Para mi era muy raro lo que para la señora de la casa donde estaba era obvio: pues lo cambiaron. Yo no se como se cambiaba un numero de teléfono, para mi significaba abandono. (como no saber a donde dirigirme)
A pesar de que los teléfonos en mi casa, y como en muchas otras, era una cosa cotidiana, hoy recordé que nunca le pregunté a mi papá como funcionaba la red de teléfonos. (Y eso que ese era su trabajo)
Hoy por trabajo, por Linea Tierra, le pregunté a un señor de UNE como funciona la red de teléfonos. Como es que las voces y los timbres llegan hasta mi casa, y yo puedo hablar con todo el mundo.
Y recordé a mi papá.
El en su oficina tenia un aparato de clavijas. Claro, ya no se usaba, lo tenía guardado para un museo propio. Luego mi papá empezó a coleccionar teléfonos. De todos los colores, sabores, viejos, vintage. Y ahí los tuvo y todavía están por ahí.
Hoy entendí porque por unos cables de cobre (los mismos que tuvimos en mi casa muchas veces para amarrar cositas) se transmiten voces, impulsos, energía. Que a punta de clables y tornillos y bueno, gracias a la tecnología y a los computadores hay 60 centrales telefónicas en Medellin que permiten que estemos intercomunicados. 60 centrales que conectan miles de cables de cobre, cientos, millones, para volver a marcar a punto de tonos el numero deseado.
Pensaba hoy que esas redes en unos años solo serán redes de internet. Que los chicos de hoy cuando sean grandes no sabrán que fue eso del teléfono alambrico, de tener la linea mala, de los cables de cobre, que nunca verán porque están bien enterrados.
Y ahora que recuerdo y escribo, ya se porque nunca le pregunté a mi papá como funcionaba la red. Yo leía y eso era suficiente. A veces lo descrestaba con un dato de esos de niña nerd, prima dona, sabelotodo comelibros. Yo me lei la biografia de los inventores, Graham bell y Edison, la estudiaba para poder entender como era que en esa época hasta faxes se podían enviar.
Y era una pregunta tan sencilla. Y una respuesta tan sencilla y tan bonita.
Hoy recordé a mi papá y su fascinación por las telecomunicaciones, por la tecnología. Hoy pensé que mi papá estaría muy feliz con mi trabajo, y sonreiría cada vez que yo le contara un descubrimiento como el de hoy.
Todos las redes son conexiones entre nodos.
Y hoy a pesar de estar frente a un PC todo el día, estar conectada, andar con dos celulares, yo amo los teléfonos fijos. Me gusta sentarme, tomar la clásica bocina, hundir los números, y acostarme en la cama jugando con el cable, mientras hablo con mi amor, una vieja amiga, o rayando en un papelito cuando estoy haciendo averiguaciones.
Amo los teléfonos. Son un invento muy bonito.
1 comentario:
Amo la voz
de los teléfonos...
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