“La vida es una tristeza
insoportable”
Yo a Roberto Bolaño solo lo conocía
por ese libro gordo, de los mas gordos en la librería. Siempre y por
favor no se burlen, pensaba en Chespirito cuando leia al lado de unos
numeros sin significados, “Bo-La-Ño”. Luego fue un amigo, de
esos que andan de saco y camisa de académico y que hacen un
doctorado siendo aun cagón, un amigo que aprecio sin embargo, que
apareció un día con el libro bajo el brazo. Me dijo entonces, “Ana,
este libro es un reto que pocos inician” Aun, y seguro sin creer
que yo lo terminaría algún día, me prometió que apenas lo
terminara, pasaría a mis manos para iniciar lo que el llamó, unas
de las lecturas más difíciles y tortuosas pero al mismo tiempo
geniales que el había leído.
Esas eran sus palabras, habría que ver
que decía yo.
2666 y yo la pasamos juntos durante dos
meses mas un mes de pausa por motivo viaje. Tuvo la suerte de no
acompañarme por las tierras cálidas y el horizonte del mar, por
asuntos simples y prácticos. Ese libro hasta para leerlo en el metro
era incómodo.
5 partes. Un final inconcluso, que no
importa que lo sea. Una historia cerrada. Un círculo que fue un
laberinto, pero que termina donde empezó. Si Roberto no se hubiera
muerto, quien sabe que otra novela hubieamos leído, quien sabe si
hubiera sido un ladrillo para cargar y mas bien hubieramos esperado
aburridos parte por parte y olvidando a cada vez los detalles sutiles
que se tejen en esta bonita historia, que son muchas llenas de
sueños, de tierras calientes y desangradas mexicanas, y tardes
lluviosas europeas, y tormentas de bombas y muertos alemanas.
Cómo se construye un libro con cientos
de personajes, decenas de capas narrativas que suceden al mismo
tiempo, un tejido sutil que resulta como dice en el libro Bolaño,
una obra como las que pocos escritores saben hacer hoy. Bolaño se
enfrentó al tigre y lo mató y rebanó y repartió.
2666 es un inventario de historias que
se suman una a otra, hasta el cansancio como el bip de un reloj
alarma despertardor. Bolaño narra como a punto de que el aire le
falte, como cuando uno se encuentra con un amigo de la infancia y en
una sola tarde sale una vida entera contada en desorden pero que es
siempre una misma vida.
Puedo decir que mis personajes
favoritos son Reiter en medio de la guerra. Liz Norton práctica y
sexual, pero intelectual. Amalfitano con su libro de geometria
colgado en el patio de ropas al sol y al agua, esperando. Ingeborg
con sus delirios y sus exigencias sexuales. Fate y su revista de
negros, asi como sus entrevistas a muchos hermanos.
Muchos, muchos mas. Hace tiempo no leía
una novela que guardando las proporciones de la realidad, casi del
archivo de la historia, lograra completamente construir un universo
de ficción sin necesidad de caer en la autobiografia ni en lugares o
historias comunes, o a asuntos ya por fuera del mundo real. Ficcion y
realidad, historia y literatura. (Algo asi, la ficción no está sino
en lo absurda y brutal que puede ser la realidad)
Recomendado. No se deje atemorizar por
el inventario de mujeres muertas, o el inventario archimboldiano de
novelas a manos de intelectuales europeos. Tampoco por el de las
batallas de la guerra y la lista interminable de nombres que
parecieran no llevar a ninguna parte. En este libro ninguna puntada,
o casi ninguna esta dada sin dedal, ninguna historia sobra: cada una
suma para el universo construido, para el placer de vivir por horas
enteras en otro mundo paralelo, en el que Archimboldi es un escritor
y no un pintor, no italiano, sino alemán, y en el que las tardes mas
bonitas del mundo suceden en el desierto del norte de México
mientras mujeres mueren a manos anónimas.
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