De que en Aruba todos son muecos, y que no hay dentistas, hasta la pareja de recien casados con los que compartimos vuelo, esa sonrisa de enamorados, esos ojos brillantes, esas discusiones inútiles solucionadas con besitos. Desde mi libro suicida, (Andrés Caicedo con “El cuento de mi vida) hasta lo paraísos rotos y explicaciones breves de como veo el mundo, un silencio de -no te entiendo- y un “En fin” de parte mia porque no se que mas decir. ¿Para que viajar? Imaginé un mundo en el que con estas paranoias de migrantes y extranjeros no pudieramos ni tuvieramos que viajar. Quedarse en un solo lugar. Viajar no sería un objeto de consumo mas, no habría necesidad de moverse. No habría lugares deseo, no habría masas de turistas idiotas por el mundo entero, Venecia no estaría amenzada con su muerte, Machu Pichu existiría por siempre, la estatua de la libertd no tendría el mirador en la llama. Pero me gusta viajar, hacer parte de los idiotas tomando fotos de las mismas cosas y tomar fotos iguales a las mias en internet solo que los personajes cambian, no soy yo con pinta de turista, sino otro turista mas guapo, o mas bajo, o mas gordo o mas feliz, o menos feliz. Postales repetidas de lugares, lugares repetidos, lugares que no recordamos por tomar una foto, y años despues, Aruba es lo mismo que Cuba, el café es el mismo en la Patagonia que en la Conchinchina, y esa foto, con el mismo horizonte de siempre, se pierde en su espacio y tiempo, y no sabemos cuando ocurrió ni en que lugar. Recolectar recuerdos como recolectar cosas, coleccionar como si asi la vida se hiciera mas larga o mas buena. Pero que sería de la vida sin ningún recuerdo, solo un pasar de minutos un viaje tremendo sin piso ni cielo, ni ninguna cuerda que unan lo uno con lo otro. Y siempre me imagino cuando voy detras del volante que el mundo, el mio, enloquece y un accidente ocurre. Mi mamá diría “cancelado, cancelado” pero no puedo evitar imaginar, por ejemplo, cuando paso una calle que me caigo y muero estripada por unas llantas gigantes, o que no veo un semáforo y se siente el cuerpo pesado chocar contra el parabrisas y todo es un desorden apocalíptico de un accidente estúpido, por sólo un descuido, como sucede o puede suceder. Y si no vamos a envejecer, ni a jubilarnos, ni a morir tranquilos mirando la tarde caer, si la vida se va a pasar asi sin recompensa porque ni el cielo esta garantizado, toca vivir con ganas o con desganas los días. Pero con muchas o ninguna. Me pregunto si mostrar la debilidad es una de las mayores debilidades que quiero mostrar pero que no me atrevo. Debería estar haciendo la tarea de alemán, debería pero los libros no están a la mano, las ganas de pensar en otro idioma, de concentrarme mas alla de mis pensamientos sin cadena, sin secuencia. Pienso que he aprendido mucho. Mucho en estos dias en los que ya quiero que la vida se desenvuelva sola, porque asi siempre pasa, por mas que queremos darle la vuelta, son vueltas de desenvuelta. Un zancudo zumba, sigo pensando en la tarea de aleman. Por cierto, hoy era dia de elecciones. No se que es mejor o peor cuando aquí no votamos por pereza y desinformación y votamos por descarte.
No he leído nada de Andrés Caicedo. Pensé que “El cuento de mi vida” lo había perdido entre el viaje, pero sigue con la humedad del mar y la arena de la playa sobre mi mesa de noche. Podría ahora pensar con su voz y querer morir y vivir como el, quisiera ya comerme sus libros enteros. Por lo pronto veo la caratula en mi mesa de noche, pienso en el sentido de mi mundo y es aquí cuando le pongo punto a este escrito. Suficientes divagaciones para un dia de regreso.
1 comentario:
[O.O]
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