Porque la gente siempre esta o muy triste o muy alegre. Porque la gente debe y tiene la obligación de sentirse de una manera y no normal como siempre, como cada mes del resto de los 11 que tiene cada año.
Porque el tiempo parece acelerarse, y así el tráfico, y el trabajo, y el descanso, y el mundo. Las tareas pendientes. Parece que cada diciembre el mundo se fuera a acabar, como si se acabara el tiempo para vivir, para morir, para reir, para beber, para enloquecerse de la alegría o la tristeza. Por eso no me gusta.
No me gusta tampoco porque cuando se es extremadamente feliz, la realidad y la vida llegan con su dureza y siempre algo pasa: alguien se muere, se accidenta, se enloquece, se enferma, pelea, o si son terriblemente felices esos dias, siempre pasa algo después. Porque claro, la vida es clara, no importa un diciembre lleno de felicidad, la vida siempre arrecia con su inestabilidad, con un terremoto de algún tipo, porque así son los días y los azares, y porque es así. No hay castillo fuerte que lo soporte ni mundo imaginario que lo aguante. La vida siempre ruge en contra de la felicidad absoluta y a mi después de muchos diciembres no tan felices, y no tan tristes, me gusta eso. Ademas las luces son demasiadas, y está bien recordar y poner en la mente de los niños los recuerdos de los paseos a ver alumbrados y sorprenderse con las luces titilando y comer algodón de azucar y tener una globito en la mano que en algun momento se va a volar al cielo. Si todos esos recuerdos son bonitos y dibujan una sonrisa cada vez que los recuerdo. Pero las luces son demasiadas.
Y aun así me gusta el dia de las velitas, de pronto aún no se siente la felicidad completa ni la tristeza completa. Cada luz con el cliche de la esperanza reconforta el corazón que sabe que cada diciembre será siempre una mierda, porque pocos son honestos con lo que sienten. Y si, a pesar de eso, me gusta que cuando la gente esté terriblemente triste se pueda uno sentar a la mesa y llorar o reir, o todo al mismo tiempo y porque no, comer esos buñuelos recién hechos y la natilla gelatinosa y anizada. Pero sobre todo me gusta pasar el diciembre como si fuera un mes normal, y es difícil porque el corazón si se alegra cada vez que se dislumbra la felicidad, pero yo se que esos son momenticos, que no hay que ilusionarse que la vida sigue asi cada año haya un diciembre feliz.
Y me gusta dar regalos por fuera de diciembre, y a veces me gusta irme para el centro donde esta lo locura para untarme un poco de ese desenfreno de consumo de mundo concentrado en obtener felicidad en un mes que se repite igual cada año.
Además creo que la nostalgia es demasiada. Y la gente cree que las penas se van y la alegría llega por si sola.
Por eso no me gusta diciembre #yqué.
*Este es un post pensado desde hace dias. Nada tiene que ver con los dias actuales. :P
1 comentario:
... usualmente estoy enamorado y viviendo aquel capítulo rosa en que se flota entre nubes. Y justo en ese momento todo se quiebra. Y sí. Quisiera decir que soy irrompible, que nada me vence, que soy feliz sólo conmigo, pero eso no es totalmente cierto porque se que la vida es más feliz cuando encontrás a quien amar, con quien reírte de estupideces. Por eso duele cuando todo se quiebra, la vida una vez más, corazones traicioneros. Ya lo había dicho: “El amor es un cielo azul. El desamor es cuando de ese cielo llueven piedras que te quiebran los ojos”. Chicas que huyen.
no tiene que ver con diciembre, al que también odio con motivos, pero si con la felicidad absoluta que se despedaza de repente...
un saludo y que el tiempo vuele.
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