Solo pensamientos, historias por escribir para que luego no las olvide. O solo para sacarlas de la cabeza...

jueves, 26 de agosto de 2010

Un dia cualquiera en Berlin


Se escucha de banda sonora Los Beatles. Porque me alegran el camino todas las mañanas al metro para ir a clase. Hay que caminar como 6 cuadras, residenciales de esta barrio que se llama Kreuzberg hasta llegar a Moritzplatz Bahnhof. Hoy llueve, y uso mi sombrilla azul de puntos blancos mientras tarareo cualquier canción. Ha resultado buena banda sonora The Beatles o “Salsa Musik”, cualquiera que haya en mi Ipod que no es mucha ni muy buena.

Al final siempre hay una rutina. Me levanto justo a la hora, y desayuno lo mismo, kornflakes con leche y azucar (mucha por supuesto) sanduche de mantequilla y mermelada de fresa en pan duro (como el que le gusta a mi mama) Un pan con queso y jamón para preparar el sanduche para el almuerzo.

Luego 10 minutos caminando rápido hasta la estación del U8. En la estación 5 minutos máximo esperando el tren amarillo de BVG que me llevará hasta Alexanderplatz y haré el cambio (umsteigen) a la U5, dirección no me acuerdo, pero apenas la veo, se que ese el el tren que debo tomar. (Honow?) Y de ahi como 6 estaciones, mas o menos hasta Samariterstrasse sobre FrankfurterAlle. Y ahi, tres pisos, hasta el 14 Raum, donde es mi clase de alemaán B1. A las 11, hay pausa de media hora, doy un paseo por el barrio, vuelvo a las 11:30 y la clase se acaba a la 1 en punto.

Volver a casa. Camino hasta la estación del Frankfurter Tor, que huele a veterina y cresopinol. Es caliente adentro, a pesar del viento que entra por las escaleras. Y de vuelta a Alexanderplatz. Ahi, siempre me antojo, a veces salgo, a ver la plaza atestada de negocios, centros comerciales, el Mcdonalds debajo del gran letrero de Alexanderplatz. Pienso siempre, deberia verme Berlin alexanderplatz. Vuelvo a las ciudades subterraneas, donde todo es mas calido, es mas fuerte, donde siempre hay un loco, no tan loco, viviendo feliz en su locura. En el vagón, en dirección Hermanstrasse, desde el lunes se ven los chicos que salen del colegio. Unas niñas comiendo helado o unos adolescentes gritando y brincando. No falta el bebé en carrito, el perro con dueño, cualquiera con una bicicleta. Es que aquí hasta las bicicletas montan en el metro y un gitano tocando acordeón, y un viejo con barba tranzada camisa de colores, y haciendo pompás de jabón como si el metro fuera el lugar mas mágico de todo Berlín...y recuerdo porque me gusta estar aquí.

Salir de la estación con cuidado de una bici que puede arrollarlo a uno, una simple bici. Y uno una simple y cualquier niña que regresa a casa. Como hoy. Otra vez, llovía. Aun no me he comido el sanduche del almuerzo, y pienso en la sensación que me dio ayer, cuando en el cine, viendo “Männer im Wasser” (sueca con sub. En alemán) vi a una Berlin que se veía vieja por la pelicula y sus colores, la misma que estoy viendo todos los dias, y no pude evitar una sonrisa, como cuando en una novela uno hubiera podido ver la esquina de la casa.

Me alegra estar aquí en Berlin. No es mi ciudad, pero es un buena ciudad para traer-me mi casa.

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