Solo pensamientos, historias por escribir para que luego no las olvide. O solo para sacarlas de la cabeza...

domingo, 31 de enero de 2010

Málaga, un tango, un blog


Y está ahi afuera viendo como los artistas, de bares de fama dudosa, cantan la canción que tararea, como el tango que va por el olvido, por el recuerdo, por esos años de morir de amor, resuena entre las paredes, es acompañado por un piano no muy sabroso pero las nostalgias de los que alli y el, que después varios aguardientes y un cigarrillo que lleva los segundos, aplaude porque siente adentro las lágrimas derramadas, la nostalgia de tiempos pasados, de mejores seguro.

Y ella tomando Pony malta, seguro en esos años bailando y hoy recordando, una Pony, luego un cigarro, luego una gaseosa y cuando ya son las 8, es hora de irse, trasnochada esta, con su saco tejido su bata azul y la foto de recuerdo que el patrón le ha regalao´.

Y el reparte tarjetas, es el galán de pueblo, en este pueblo grande, gran estrella del tango olvidado, donde murió Carlitos, pero pocos lo recuerdan, pocos lo cantan, ya no se saborea como antes el aguardiente al ritmo del bandoneón y contemplando el baile de una mujer y un hombre que como gatos se mueven y se lamen con los lamentos desgarrados de las canciones de los amores rotos, partidos y lejanos.

Bailarines paisas de tango ganadores del concurso mundial en Japón, entre un traje de matrimonio, otro morado de terciopelo, con la mirada fija, los labios rojos y el galanteo el tocar y al hablar, una pareja con movimientos calculados, piernas abiertas y altas para mostrar los adentros del dolor que los tangos calan en el corazón.

Y si, si fueran otros tiempos moriría de amor, viviría de despecho en despecho, recordando el amor pasado, o el amor no vivido. A ritmo del tango callejero, de los que en esos años no escribían en blogs de despechos y amores, sino que los cantaban en la cantina del barrio, a sus amigos y porque no, a sus mujeres, mujeres musas de sus amores y cantos. Pero son otros tiempos no muero de amor, porque no tengo el vestido ni el collar de perlas, ni fumo cigarro a hondadas lentas y profundas, solo tengo un cuaderno en el que escribo mis palabras rotas al borde del abismo, un teclado y un blog.

No se nunca si soy capaz. Pasan los días y el tiempo dirá.

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