Solo pensamientos, historias por escribir para que luego no las olvide. O solo para sacarlas de la cabeza...

sábado, 8 de mayo de 2010

De recuerdos de 15 años y cualquier otro dia

Una mañana soleadada, 8am, y el reloj con su segundero, tic, tac, en el oído. Luego una radio a todo dar, y la firme convicción de preferir la obligación y la voluntad al placer de dormir bien acompañado y demás. Un tarde preciosa, mi amor, un sol amarillo sobre nuestros rostros y sonrisas, y yo puedo apostar que podríamos ser los mas felices del mundo, en ese segundo, un cielo azul profundo, una montaña hermosa, ahi juntos, sin mas pretensiones que ese segundo. Cada segundo que aprendo, cada segundo que aprendí a vivir asi. Correr, caminar rápido, el metro, lleno pero sentada, hora pico. Recordar las calles horribles, mirar a todo el mundo con sospecha, no es divertido el centro asi. Me duelen las piernas y el cuello de hacer fuerza. Hace mucho calor, camino tan rápido como la gente me permite, luego en casa, descanso, una ducha fria , bien fria, que me quita el calor, asi me tuerza algún dia. Y manejar, en la noche no me gusta, me hace falta la luz del dia. Y unos abrazos debidos, y un cariño no manifestado, y un par de lagrimas no lloradas, porque es una fiesta de 15 y recuerdo la mia.

Donperignon. Un brindis. Una camisa blanca Naf Naf, pantalon azul de flores brocadas, unas cuantas amigas, unos amigos prestados, un brindis grabado en una cinta no en mi memoria, cualquier foto, una serenata. 15 años. Hace muchos años, tiempos felices, tiempos monos, y falsos. Un papá. Un papá brindando conmigo, un bogote sentido en el abrazo, un abrazo gordo, porque eramos gordos.

Hoy el hubiera querido estar ahi. La chica como una tercera hija, una nietecita, el un buen pupilo, su gran amigo. Ella era alguna vez una gorda mona preciosa en bikini que sonreía, y vivía con una cobija en la mano. Ya estoy vieja, ella ya es grande y yo sobre todo me sigo comiendo el cuento de ser grande a los 15.

15 años. Odie tenerlos. Así sonriera, y me vistiera la para la ocasión una y otra vez. Una vez lloré y me rompí las medias veladas, mientras el pelo se encrespaba y no había nada mas para hacer. Vestidos ala medida, nunca preciosos, la costurera no los hacía así. Solo mediocres, vestidos a la medida de una adolescencia infantil, pretendiendo ser lo que no se es.

Fotos de la familia feliz. Muchos años ya tomando una bonita foto de ellos sonrientes, niños ya jóvenes, ellos ya envejeciendo. Y yo ahí en el medio. Detrás de una cámara, una sonrisa lagrimada, y muchos recuerdos.

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